A principios de los 70 del siglo pasado, hace medio siglo, la carrera espacial parecía tener un ganador y el camino a Marte parecía despejado, y hasta se creía que en el transcurso de los 80 estaríamos allí. Pero de golpe la humanidad pareció perder el interés por el espacio profundo y decidió enfocarse en los alrededores de la Tierra. Cincuenta años han pasado, y después de varios intentos frustrados por diferentes razones, volvemos a la carrera por llegar a la Luna y más allá, aunque esta vez la competencia no es entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética, sino con China.
La carrera ya ha comenzado
Recientemente, un divulgador científico español, Jorge Alcalde, abordó el tema del retorno a la Luna durante una entrevista con Ángel Expósito, en el programa La Linterna, y comenzó explicando por qué abandonamos las visitas a la Luna en los 70, y por qué ahora vamos a volver. Llegar a la Luna fue extremadamente costoso: “Fíjate que, para que Estados Unidos pusiese la bandera de su país en la Luna, el año 1969, hubo que invertir el equivalente del 2% de la Reserva Federal de Estados Unidos”, algo que actualmente ningún país se puede permitir, a menos que se trate de una guerra.
Afortunadamente, el desarrollo espacial en las siguientes décadas, la incorporación de nuevos actores, como Europa y la India, y sobre todo la entrada de las grandes corporaciones privadas en la exploración, y explotación del espacio, han reducido los costes haciendo más rentables los vuelos espaciales. La competición por el regreso a la Luna ya empezó, con el exitoso vuelo no tripulado realizado en 2022 por la Artemis I, y cumplirá otra meta importante en febrero de 2026, cuando la Artemis II emprenda el viaje hacia la Luna, esta vez con 4 astronautas a bordo.
El desafío de China
La misión del Artemis II no incluye el descenso a la superficie lunar, aunque sí un recorrido de varios miles de kilómetros más allá del satélite, para probar los equipos y realizar experimentos sobre los efectos de la radiación cósmica en los humanos. Es esta una información clave si pensamos continuar en dirección a Marte. Esta misión estaba planificada para abril de 2026, y su adelanto a febrero quizás algo tenga que ver con la presión que están ejerciendo los chinos, que están planificando alunizar a más tardar en 2030. Entonces, ¿por qué la NASA no aluniza con la Artemis II?
Porque, según Alcalde, primero hay que asegurarse de que todo funciona bien: “Hay que primero ver antes de alunizar, y ya cuando todo está claro y cuando todo se ha demostrado que ha pasado todos los controles, llegará el momento de arriesgarse”. Ese riesgo se va a correr en la siguiente misión, la de la Artemis III.
Más allá de la Luna
Esta nueva fase en la exploración de la Luna tiene dos metas u objetivos, que no estaban incluidos en las misiones Apolo de los años 60 y 70: establecer una base en la Luna, e ir probando la tecnología que se usará para llegar a Marte en la próxima década.
“Posiblemente, la mejor de las virtudes que tenga esta misión Artemis 3 (…) es que sirva de plataforma para el siguiente paso, que ese sí va a ser relevante, que sería Marte”.
El propósito de las siguientes misiones a la Luna será desarrollar una tecnología que haga más seguros los vuelos espaciales, afirma este divulgador científico, antes de emprender los viajes a Marte. Junto a ello, se trata de establecer una base permanente en la Luna, que es donde los chinos quizás podrían adelantarse a los estadounidenses.
Jorge Alcalde nos recuerda también lo riesgoso que será este retorno a nuestro satélite natural: “Posiblemente ahora mismo, poner un pie en la Luna (…) sea la aventura más peligrosa a la que se puede enfrentar un ser humano”. Pero aun así vale la pena intentarlo.
