Somos una especie relativamente joven: el Homo sapiens tiene alrededor de 300.000 años de existencia, y pertenece a un grupo, el de los homínidos de linaje Homo, cuya antigüedad se remonta a 7 u 8 millones de años. Y esto a pesar de que prácticamente nos adueñamos del planeta en los últimos 10.000 años.
Puede parecer mucho, pero en realidad no es nada si consideramos que dos de nuestros ancestros o parientes cercanos, el Homo habilis y el Homo erectus, deambularon por el planeta cerca de dos millones de años. Además, consideremos que especies como el cocodrilo tienen cerca de 200 millones de años.
Sí, somos una especie joven, pero con mucho poder e inconsciencia como para modificar nuestro entorno y hasta ponerlo en peligro, arriesgando también nuestra propia existencia. Por eso no es de extrañar que en tantos libros y películas existan numerosas referencias a la extinción de nuestra especie y a lo que pasará en el planeta cuando ya no estemos. Sin embargo, no solo escritores y cineastas especulan con esta especie de fantasía distópica, también hay científicos que se preguntan qué especie heredará el planeta, si es que dejamos algo para heredar.
Las ocho extremidades que heredarán la Tierra
Tim Coulson es un zoólogo y profesor de la Universidad de Oxford, que en 2024 publicó su primer libro, La historia universal de nosotros, donde realiza un recorrido de 13.800 millones de años, desde el Big Bang hasta nuestros días.
A este investigador y docente también le fascina el tema de qué pasará con la Tierra cuando ya no estemos: “la extinción es el destino de todas las especies, incluida la nuestra, aunque esperemos que ese desenlace esté muy lejos”.
Todos conocemos las especulaciones que apuntan a otros parientes cercanos como posibles sucesores, tales como chimpancés y gorilas, o habrían escuchado teorías extravagantes como las que afirman que los mapaches reinarán en la Tierra. Coulson apuesta por otro grupo animal, el de los cefalópodos, y entre ellos una especie en particular: los pulpos.
Son animales con ocho tentáculos que solo pueden vivir en el mar, ¿cómo podrían ser nuestros sucesores? Para empezar, la mayor parte de la superficie de nuestro planeta está cubierta por los océanos, más de un 70%. Junto a ello la sucesión, es decir, el ascenso de los pulpos hasta la cima que actualmente ocupamos nosotros, podría tomar unos cuantos millones de años, tal y como sucedió con nuestra especie.
¿Por qué los pulpos y no las orcas o los delfines?
Porque los pulpos han demostrado ser animales muy inteligentes, pueden resolver problemas, interactuar y manipular objetos con gran precisión y utilizar los cambios de color en su piel para comunicarse. Y eso por no mencionar su capacidad para acertar a los ganadores en los torneos internacionales de fútbol. Pueden sobrevivir por tiempos breves fuera del agua, una capacidad que podría aumentar en unos cuantos cientos de miles de años, o simplemente podrían desarrollar su civilización en los océanos.
Las limitaciones que enfrentan es que se trata de invertebrados y que su tiempo de vida es muy corto, pero son aspectos que podrían modificarse en un proceso evolutivo de varios millones de años.
¿Y nosotros?
Otro obstáculo que tendrían que superar son las condiciones adversas en que hayamos podido dejar el planeta al extinguirnos: temperaturas demasiado altas, muchas especies desaparecidas, radiación, mares y suelos muy contaminados.
Será un verdadero desafío para la especie que nos reemplace, pero la Tierra ha demostrado, en sus 4.540 millones de años de existencia, que es capaz de recuperarse de grandes catástrofes y extinciones masivas, y dar nuevas oportunidades a otras especies.
