Todos hemos tenido una amiga, amigo, conocido o pariente cuyo contacto nos deja completamente agotados, física y mentalmente. Son personas que parecen vivir en continua crisis y cuyos problemas siempre dan la impresión de ser más importantes que los nuestros, y que nos hacen sentir culpables cuando no le damos la “debida” importancia.
Se trata de personas que solo parecen vivir para sí mismas, que giran en torno a sus problemas y obsesiones y hacen que los demás, para estar con ellas, tengan que hacer lo mismo, generando en sus relaciones cercanas tensión y desgaste físico, mental y emocional.
Algunas señales de que nos están robando la energía
Hablamos del amigo con una relación amorosa que absorbe toda su atención, y la nuestra. También de la amiga cuyo trabajo o familia parece ser un infierno y cuyo suplicio está empeñada en compartir; o el hermano o el hijo cuyos problemas deben ser el centro de todo, y nada y nadie más importa.
Hasta aquí podría parecer normal, todos hemos pasado por períodos así con personas cercanas que se están separando o viviendo momentos difíciles, y que necesitan de nuestra empatía. El problema es cuando estamos con una persona que solo sabe relacionarse de esta manera, absorbiendo toda la atención y la energía de quienes la rodean.
He aquí algunas señales que deberían alertarnos de que estamos ante una persona que solo sabe relacionarse a partir de la queja y el drama constante, y hacen que la relación con ella sea una continua operación de rescate. Y todo según la psicóloga clínica Laura García Agustín:
- Nos hacen sentir culpables cuando no respondemos de inmediato a sus requerimientos de atención. Se molestan si no respondemos de inmediato a sus llamadas, sin importar si estamos trabajando o es de madrugada.
- Nos dejan completamente agotados después de estar con ellos. La sensación, y no es del todo equivocada, es que nos chupan la energía. Nos deprimen y hasta pueden generar cierto malestar físico indefinible, que nos prepara para ser víctimas fáciles de resfriados y virus.
- En la relación, tus opiniones, necesidades y deseos son sistemáticamente ignorados o puestos en segundo lugar.
- Nos mantiene en un estado de tensión emocional constante, antes, durante y después de estar con esta persona. Nos produce ansiedad y nos obliga a cuidar cada palabra que decimos.
- Nos impide poner límites a la relación, y cuando intentamos hacerlo, entran en crisis, nos hacen sentir culpables o amenazan con una ruptura.
Qué podemos hacer con estas relaciones
Son del tipo de relaciones que se definen como “tóxicas”, y una de las primeras recomendaciones es poner distancia de inmediato entre ellas y nosotros. Sin embargo, en la práctica esto no siempre es posible ni es lo que deseamos cuando se trata de una persona con la que tenemos lazos de sangre o afectivos que queremos mantener.
Hay algunas cosas que podemos hacer, además de convencerla de que necesita ayuda profesional para cambiar algunos patrones indeseables de conducta y el modo como se relaciona con la gente:
- Debemos poner límites: no atender de inmediato sus llamadas, sobre todo cuando estamos trabajando o lo hacen a horas inadecuadas (cuando saben que estamos comiendo o durmiendo).
- Hacer valer nuestros derechos y deseos, que no todo gire en torno a lo que ella necesita o quiere hacer.
- Hacer que aprenda a escucharnos y corregirla cuando nos interrumpa.
- No dejarnos manipular ni que nos haga sentir culpables.
- Hacerle entender que su modo de relacionarse es tóxico y que debe buscar la forma de cambiar, o nos alejará definitivamente.
Si, a pesar de todo, la persona continúa agobiándonos, quizás haya que considerar la posibilidad de dejarla ir, o de mantener una sana distancia.
