El último fin de semana de junio llega la primera ola de calor de este verano, con temperaturas superiores a los 40 grados en algunas regiones de España, como los valles del Guadiana, del Ebro y del Guadalquivir. Además, es probable que no sea la última ola de calor que nos toque vivir antes de la entrada del otoño.
Suena un poco dramático, considerando que para muchos españoles y europeos en general es la estación favorita del año, por las vacaciones, los viajes al mar y a las montañas. Sin embargo, es también la época en la que estamos más expuestos a los golpes de calor, un evento que puede afectar especialmente a niños y ancianos, aunque no solo a ellos.
¿Cuáles son los síntomas de un golpe de calor?
Se dice que sufrimos un golpe de calor cuando la temperatura corporal se ve afectada por un fuerte aumento de la temperatura en el exterior, y puede ser resultado de una exposición demasiado prolongada al sol sin la debida protección. También a causa de la permanencia en espacios con poca ventilación donde la temperatura sube más de lo habitual.
Este fenómeno es bastante frecuente en verano, especialmente cuando la temperatura exterior supera los 40°, y puede llegar a ser causa de muerte en algunos grupos particularmente sensibles, como niños pequeños, personas enfermas y adultos mayores.
Entre los síntomas más comunes que se presentan cuando estamos sufriendo un golpe de calor está la sudoración excesiva, que es la manera como el cuerpo lucha contra el aumento de la temperatura y trata de mantenerla en un rango normal. Otros síntomas: mareo, confusión (sobre todo en personas mayores), dificultades para respirar, piel enrojecida, dolor de cabeza y, en algunos casos, pérdida de la conciencia.
Otras señales de que podemos estar a punto de sufrir un golpe de calor, o de que ya lo estamos sufriendo, son temperaturas corporales superiores a los 39 grados. También vamos a sentir la boca seca y a sentir mucha sed, nos sentiremos cansados y probablemente estaremos más irritables, y el dolor de cabeza lo vamos a percibir como si esta estuviera latiendo.
En algunos casos también se puede manifestar con trastornos digestivos: náuseas, vómitos, dolor de estómago y pérdida de apetito. En los bebés, los síntomas más comunes es que se vuelven más irritables y la piel se enrojece.
¿Qué hacer cuando se sufre un golpe de calor?
En primer lugar, dejar de exponerse al sol o a las condiciones que hacen que la temperatura sea demasiado alta (puede estar relacionado también con el entorno laboral, como una fábrica, o el combate de un incendio forestal), y buscar un lugar fresco y con sombra.
Otra forma de afrontarlo es manteniéndose hidratado; no dejar de tomar agua, aunque no sintamos sed, y evitar aquellas bebidas que contribuyen a la deshidratación, como las que contienen azúcar, alcohol o cafeína.
También es recomendable evitar las comidas copiosas, con muchas grasas o demasiado calientes, y optar por comidas frescas y suaves como ensaladas y otras preparaciones con frutas y verduras, que también hidratan y aportan sales minerales.
Si tenemos niños con nosotros, una persona enferma o un anciano, conviene tener a mano un termómetro, para verificar que no tengan temperaturas superiores a 36 o 37 grados. No cubrirlos en exceso y mantenerlos en espacios frescos y protegidos del sol.
En cuanto a nosotros, además de los consejos anteriores, usar ropa fresca y ligera y, si practicamos algún deporte, abstenernos de hacerlo en las horas de calor más intensas, especialmente durante este último fin de semana de junio.
