Los tiempos de cambios pueden provocar un fuerte impacto en la actividad de aquellas industrias y comercios que no consiguen actualizarse y subirse a la ola de las innovaciones. El mundo evoluciona, la revolución tecnológica acelera las transformaciones y hace falta estar en un proceso constante de revisión y de renovación. Es esto o sucumbir.
El sector de automóviles está viviendo un momento de transformaciones profundas de la matriz productiva. Las exigencias de la Unión Europea y las metas de reducir la contaminación del aire que provocan los vehículos a combustión de derivados del petróleo obligan a la industria a cambiar. Sin embargo, hay marcas que no han logrado asumir que deben cambiar. En algunos casos, puede ser por la convicción de que la identidad de la marca no admite transformaciones.
En otros casos sucede que la empresa no está en condiciones o dispuesta a esa gran inversión que exige la renovación. La electrificación, que es presente y futuro de la industria del automóvil, requiere de una inversión multimillonaria y no es fácil encontrar inversores. Lo cierto es que en estos tiempos hay marcas que estancan su crecimiento y disminuyen su presencia en el mercado. Esto es lo que vive Isdera, la marca alemana de automóviles dedicada especialmente a la fabricación de coches deportivos.
Una historia con base en lo diferente
Eberhard Schulz fue el creador de Isdera. Había trabajado antes para Mercedes y Porsche y era un enamorado de los coches de lujo. La marca dio sus primeros pasos en un pequeño taller de Leonberg, localidad alemana situada muy cerca de la cuna del Porsche.
Nacida en una década tan especial, Isdera desarrollo una línea de vehículos deportivos artesanales. En esos tiempos, el romanticismo teñía todos los sectores de la vida. Ese espíritu de libertad, de rebeldía, de búsqueda de identidad incidió en los diseños de los coches y en la manera en que las personas sentían su conducción.
Isdera fue una marca fiel representante de esa tendencia. Fabricó coches que no eran un simple medio de transporte, sino que se vivían como símbolos de la expresión personal y del estilo de vida de su propietario. Con el paso de los años, Isdera intentó mantener su enfoque exclusivo en la producción artesanal de coches deportivos de alto rendimiento. Fueron vehículos para un sector muy reducido de potenciales clientes.
Resistió la imposición de cambios que imponía el mercado, y mantuvo una producción limitada, que era casi personalizada. Sus vehículos eran muy caros y no rendían comercialmente. Además, jamás realizó alianzas estratégicas con otros grupos automotores más grandes. Poco a poco, Isdera fue quedando marginada, desplazada por Porsche y Ferrari, entre otros.
Los modelos memorables de Isdera
Su primer modelo fue el Erator GTE, aunque no el más famoso. En 1983 lanzó al mercado el Spyder, al año siguiente el Imperator y en 1986 el Imperator Spyder.
La estrella de la marca sin dudas fue el Commendatore. Era un elegante coupé que se asemejaba bastante al Porsche, con una destacada línea aerodinámica. Era un coche único en su tipo. Un rasgo que llamaba la atención era que pegaba la carrocería al suelo cuando aumentaba la velocidad, con lo que reducía su altura.
Este coche deportivo de lujo alcanzaba una velocidad máxima de 342 km/h. Fue bautizado “Commendatore” como homenaje a Enzo Ferrari, ya que ese era su apodo. Solo existen dos unidades en el mundo, y se cotizan en aproximadamente 1,5 millones de euros.
En el 2018 Isdera intentó volver al escenario automotor con el Commendatore GTE eléctrico. Pero ni la fama de la originalidad de los vehículos lograron que Isdera mejorara en ventas. La empresa ha anunciado la caída definitiva, se ha declarado en quiebra. Isdera dice adiós definitivamente al mercado.
