Las road movies americanas suelen disfrazar la monotonía de las largas rectas de las carreteras de conversaciones costumbristas o grandes descubrimientos. La imagen icónica del horizonte a lo lejos con una de esas se puede dibujar en España con una carretera larga. Con la más larga de todas. Con la N-301 que conecta Ocaña, en la provincia de Toledo, con Cartagena, ciudad departamental en la Región de Murcia. Exactamente, la recta comienza en la localidad conquense de El Provencio y concluye en la albaceteña de Minaya.
Este vial se extiende durante 23 kilómetros, en los que, además de curvas, tampoco existen los desniveles, una singularidad que puede llamar la atención al conductor de paso, pero que conocen bien aquellos que conocen la zona, puesto que Castilla-La Mancha, y más en concreto las provincias por las que estos 23 kilómetros transcurren, se caracterizan por un terreno plano, dirían algunos incluso que anodino, pero que, sin embargo, han favorecido el poder diseñar la carretera si la necesidad de superar accidentes geográficos de ningún tipo.
La red de carreteras en España
Según un informe del Ministerio de Transportes de 2023, la malla de carreteras de carreteras de España que conecta toda la piel de toro cuenta con 165.375 kilómetros en total, sumando las autopistas, autovías, carreteras nacionales, comarcales y locales; algunas de las cuales gestiona el propio Gobierno estatal y, otras muchas, administraciones de menor rango, desde comunidades autónomas hasta diputaciones. Con todo, a la hora de poder trazar estas conexiones, son muchos los aspectos a tener en cuenta para instalar estas infraestructuras.
Así, para que la carretera pueda transcurrir con normalidad en nuestro país, hay que tener en cuenta aspectos como la altitud de determinadas zonas montañosas, las mesetas de las zonas interiores y otras cuestiones marcadas por una geografía rica y diversa, que permite divisar a los conductores desde las vías paisajes bellos… y otros que quizás parezcan más aburridos, como son esos 23 kilómetros de recta de la N-301.
Cabe recordar que esto viene siendo así desde la antigüedad, puesto que desde muchos siglos atrás fueron dibujadas antiguas rutas para el tránsito o el transporte de personas, animales y otras necesidades, desde las cañadas por las que pasan los pastores hasta las rutas de comercio, pasando por aquellas que los ejércitos transitaban, hasta convertirse actualmente en carreteras que conservan, en ocasiones, parte del sinuoso trazado original.
La carretera recta y el riesgo al volante
Lo que suena a road movie no es, sin embargo, un trazado de película en el que siempre exista algo que contar o vivenciar. No en vano, aunque las carreteras en línea recta permitan que los conductores puedan conducir con facilidad, esta puede tornarse en una peligrosa tranquilidad y en una serie de riesgos que hay que tener en cuenta. Y es que, si bien por un lado esta conducción se da con una gran visibilidad, que permite anticipar o realizar aparentemente adelantamientos sin sorpresas, estas siguen existiendo por otros factores peligrosos.
Así como las rectas reducen el esfuerzo físico y mental del conductor, también pueden provocar que la dichosa monotonía lleve a una pérdida de la atención o, incluso, del control, puesto que en estas carreteras uno puede tirar del móvil para contestar algún mensaje, aprovechar para cambiar la música, para interactuar de una forma más desenfadada con los acompañantes… actitudes, todas ellas, que pueden provocar una salida de la carretera o un accidente con otros coches que nos rodeen.
De igual modo, el conductor puede manifestar una mayor fatiga o sueño, sobre todo si viene de un trayecto largo, puesto que el cerebro, en vías de este tipo, baja la sensación de alerta al tener menos estímulos a los que responder. Con todo, estas rectas pueden generar una falsa sensación de seguridad, que puede provocar que superemos los límites de velocidad, una circunstancia que, como las anteriormente mencionadas, puede ser una causa de accidentes graves.
