La economía mundial se ha visto sacudida durante los primeros 100 días de la segunda gestión presidencial de Donald Trump por la llamada guerra arancelaria. Una situación que obliga a gran parte de los ciudadanos del planeta a enterarse de temas como los aranceles y otros procesos del mercado que hasta hace poco solo eran de interés para especialistas.
Sin embargo, no hay que ser un técnico aduanero o un economista para entender que esta guerra de aranceles tendrá entre sus principales víctimas a los consumidores. Ellos deberán pagar más por los productos que utilizan componentes o insumos de otros países, que hoy en día son casi todos.
El caso de las zapatillas Nike
Estas zapatillas deportivas pueden ser un buen ejemplo de cómo funciona hoy en día el mercado mundial y de cómo puede afectarnos la guerra de aranceles, pero también de cómo puede afectar negativamente a la industria norteamericana. Aunque Nike es una marca estadounidense, la mayoría de sus productos se elaboran en Asia, principalmente en Vietnam, China e Indonesia, países a los que la administración Trump acaba de imponer aranceles de un 46%, 54% y 32%, respectivamente.
Las zapatillas elaboradas en Asia viajan a Estados Unidos y es entonces donde el importador paga los aranceles correspondientes, y de allí viajan a Europa, donde volverán a pagar los aranceles que la UE imponga, como parte de la guerra, a los productos estadounidenses. De esta manera, unas zapatillas por las que hasta hace pocos meses se pagaban 180 euros ahora costarán 262 euros, e incluso superar los 300.
Solo hay que extrapolar este ejemplo a componentes electrónicos, la industria textil o la industria de motor, para tener una idea del profundo daño que esta guerra de aranceles puede causar al mercado mundial, y de qué modo puede disparar la inflación.
Quién paga los nuevos aranceles
En primer lugar el importador, que debe hacerlo para poder retirar el producto de los puertos y nacionalizar la mercancía. Naturalmente, este pago adicional se carga al precio del producto cuando se vende a los comerciantes, y estos a su vez lo trasladan al precio que deberá pagar el consumidor.
Al final del camino, la principal víctima de este salvaje incremento de los aranceles es el consumidor, y no solo cuando se trata de productos completamente elaborados en Asia, como las zapatillas Nike, los móviles o los coches eléctricos chinos, o norteamericanos, como Tesla. También afecta de otras maneras.
Estamos hablando de componentes y materiales para productos electrónicos o para la industria del motor, de productos para fertilizantes y para la industria de alimentos o para la industria farmacéutica. Es inevitable que el aumento de los aranceles impulse un aumento en los precios de muchísimos productos, y que lo veamos reflejado en el índice inflacionario.
Cómo afectan los aranceles a la industria
Volviendo a Nike: esta empresa, como otras marcas norteamericanas que vivieron el enfrentamiento de la primera administración Trump con el gobierno chino, lleva años pasando gran parte de su producción de este país a otras naciones asiáticas con tradición manufacturera y mano de obra barata, como Vietnam e Indonesia. Pero esta estrategia no la salvó de los nuevos aranceles, cuyo primer efecto negativo se vio reflejado en una caída en el valor de sus acciones de hasta un 14% apenas se anunciaron estos nuevos aranceles.
Otro efecto inesperado de los avances y retrocesos en esta guerra de posiciones, donde algunos porcentajes nunca terminan de aplicarse, es que han hecho que muchas industrias hagan compras impulsivas antes de que los nuevos aranceles entren en vigor, lo que finalmente hace que los precios suban. Vienen tiempos turbulentos en la economía mundial, y como siempre, serán los consumidores los que paguen el coste final.