La península ibérica ha sido un lugar de encuentros y confluencias de distintas culturas y movimientos migratorios. En diferentes etapas griegos y fenicios, romanos y godos, árabes y celtas se mezclaron con pueblos ancestrales para dar origen a esta comunidad de intereses y culturas que hoy conocemos como España y Portugal.
Esta interacción de miles de años, si pensamos en los humanos de los tiempos prehistóricos, ha dejado huellas y monumentos que son un verdadero tesoro, y parte de un patrimonio cultural que va más allá de España. Un tesoro que apenas comenzó a tomarse en serio hace menos de 200 años, cuando se declaró el primer Monumento Nacional.
Una catedral a punto de perderse
Si tuviéramos que adivinar cuál fue oficialmente el primer Monumento Nacional de España seguramente perderíamos. No es la Cueva de Altamira, tampoco la Alhambra o la Mezquita-Catedral de Córdoba, tampoco el acueducto de Segovia ni la Sagrada Familia de Barcelona.
El primer Monumento Nacional de España fue la Catedral de Santa María de Regla de León, también conocida como Pulchra Leonina, la “Bella Leonesa”, y fue declarado como tal por la reina Isabel II, a través de una Real Orden el 28 de agosto de 1844, confirmada el 24 de septiembre de 1845.
Esta catedral fue levantada en el siglo XIII sobre las ruinas de una catedral de estilo románico, que a su vez se construyó encima de lo que habían sido unas antiguas termas romanas.
Lo que hace especial a este edificio, además de tener 8 siglos de existencia, es que se trata de una construcción gótica, que toma como modelo la catedral de Reims, y que destaca por reducir sus muros al mínimo, dando mayor relevancia a los grandes vitrales que la caracterizan.
Los coloridos vitrales de esta catedral son considerados una de las mayores colecciones y mejores ejemplos de vitrales medievales de Europa. Sin embargo, estuvieron a punto de perderse en el siglo XIX.
La catedral se construyó sobre terreno inestable y no se utilizaron materiales de primera calidad. Con el tiempo, la estructura se fue debilitando y comenzaron a aparecer grietas, hundimientos y otras señales que presagiaban un derrumbe definitivo, por lo que comenzó a considerarse la posibilidad de demolerla.
Fue entonces cuando intervino Isabel II.
El primer Monumento Nacional y la primera gran restauración
La catedral de León se convirtió en el primer Monumento Nacional en agosto de 1844, pero pasaron varios años antes de que comenzaran las primeras obras de restauración.
Cuando ya comenzaba a parecer que la catedral era irrecuperable, intervino la Real Academia de San Fernando y el Estado puso a cargo a Matías Laviñas, en 1859.
Sin embargo, su intervención no fue muy acertada, y la catedral continuó pasándola mal hasta que fue puesto a cargo de su restauración el arquitecto Juan de Madrazo, considerado un conocedor del gótico francés y el mejor restaurador de España.
Madrazo prácticamente reconstruyó la catedral piedra por piedra, interviniendo desde las bases hasta las bóvedas, con el objetivo de devolverla a su estado primigenio de iglesia gótica.
La restauración de la catedral de León se terminó en 1901, Madrazo murió antes de ver su conclusión, y es considerada hoy en día uno de los monumentos góticos más armónicos de España.
Hay que decir que los trabajos de restauración y conservación de la catedral han continuado a lo largo del siglo XX y lo que va del nuevo siglo, pero esto ha sido posible gracias a una decisión que se tomó en 1844.
La declaración de la catedral de León como Monumento Histórico fue un primer paso en el camino de proteger el patrimonio histórico y cultural de España, y es perfecto para visitar y conocer durante esta Semana Santa.
