La ley de la reducción de la jornada laboral a 37 horas y media sin baja del salario está en fase legislativa. El proyecto, impulsado por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, ya ha sido aprobado en el Consejo de Ministros. Lo que queda es la aprobación parlamentaria para que entre en vigencia.
La reducción de la jornada laboral es un tema de debate. El gobierno dice que mejorará el equilibrio entre la vida personal y profesional de los trabajadores y que la productividad aumentará. El argumento es que una menor cantidad de horas trabajadas impactará en un mejor rendimiento y bienestar de los empleados.
La contracara de la moneda de la reducción de la jornada laboral
Sin embargo, en este contexto de menos horario semanal de trabajo, en algunos empresarios surge la idea de eliminar ciertos tiempos considerados improductivos. Por ejemplo, las pausas para el café, las salidas cortas a hacer alguna gestión personal, las charlas informales entre compañeros.
Si los trabajadores permanecerán menos tiempo en el trabajo cobrando el mismo salario, es imprescindible optimizar su rendimiento. Una reacción muy razonable desde la perspectiva empresarial.
Hay empresas que defienden que controlar estos tiempos es esencial para implementar la reducción de horas sin que se castigue al sector. Entienden que hay que optimizar el desempeño laboral y evitar pérdidas de continuidad y de eficiencia.
Otras posturas consideran que estos momentos de descanso favorecen la motivación, el compañerismo y la creatividad, elementos claves para el buen ambiente de trabajo. Y en estas diferencias, se mueven los ataques y las defensas.
El control horario estricto podría aniquilar los breves tiempos “robados” al trabajo
El control estricto del horario de trabajo es uno de los pilares de la reforma laboral que establece la reducción de la jornada. El uso de sistemas digitales permitirá garantizar un registro detallado de las horas en las que el trabajador permanece en su lugar de trabajo.
Es un buen mecanismo para regular las horas extraordinarias. Con este sistema de registro, se contabilizarán día a día las horas extra que cada trabajador realiza. Es un derecho de los trabajadores, que recibirán cada mes un resumen de las horas extra trabajadas.
La medida ha sido pensada para controlar a las empresas. En realidad, el objetivo fundamental es que la Inspección de Trabajo y la Seguridad Social pueda supervisar en cualquier momento el tiempo real de trabajo de los empleados. Por lo menos, el que está en la empresa sin salir de ella. Con este control, se respetarán sus derechos.
Sin embargo, también las empresas han visto que este sistema digital de control de horario podría evitar los “tiempos robados” por los empleados por cuestiones personales.
Los trabajadores deberán registrar en el sistema la hora de ingreso al trabajo y la de salida. Pero también tendrán que marcar cualquier interrupción que realice durante ese tiempo que dura su jornada laboral.
Hay empresas que opinan que, si un empleado interrumpe su trabajo para tomar un café o para salir a fumar, deberá fichar esta interrupción. La conciliación entre la flexibilidad laboral y los derechos de las empresas está generando rispideces.
La polémica sigue en pie
Los sindicatos aplauden los beneficios de la reforma que, a su entender, afirma los derechos de los trabajadores. Por su parte, la patronal no lo ve tan claro. En muchas cabezas ronda el pensamiento de cómo conciliar esta reducción de tiempo en el trabajo con la flexibilidad laboral sin afectar la productividad.
Es difícil imaginar un día de trabajo sin el encuentro entre compañeros para un café, momento de distención en el que se comparte la vida. Es uno de los grandes desafíos que plantea la reforma laboral.
