En el día a día suelen surgir situaciones que, si bien no son graves, nos generan nervios y estrés. Un caso común es que al apartar las cortinas e intentar bajar una persiana, esta se atasca y queda inmovilizada. No sube ni baja.
Si la persona está apurada porque tiene que salir, si comenzó la lluvia, viento o tormenta, si se acerca la noche y le da miedo que esa persiana quede abierta, el problema se vuelve crítico y grave.
Además, no es sencillo encontrar quien arregle persianas atascadas, especialmente cuando el horario es inconveniente. Y si se tiene la suerte de conocer a alguien que lo hace, probablemente cobrará un dineral solo por ir a ver qué sucede con la persiana.
Por eso, aunque no se haya pensado en conocer esto, es conveniente saber qué hacer cuando se atasca una persiana. Es una información que permitirá prevenir esa desesperación del “¿qué hago ahora?” que puede poner nerviosas a las personas.
No se necesitan elementos especiales ni cambiar piezas. Solo hay que seguir las indicaciones que se brindan a continuación. Con unas pocas herramientas de las que hay en cualquier casa se podrá liberar la persiana y lograr que se cierre correctamente.
¿Cómo reparar una persiana atascada?
Para solucionar el problema primero habrá qué entender qué puede haber pasado, es decir, identificar cuál ha sido el motivo del atasco.
Una de las causas más frecuentes es que se ha acumulado suciedad, polvo o grasa en las guías o en los mecanismos que habilitan la subida y bajada de la persiana. Cuando esto pasa, esa suciedad se solidifica y obstaculiza el deslizamiento de la persiana, que se atasca en algún punto en donde la suciedad es mayor.
Hay casos en los que las piezas horizontales o verticales que componen la estructura y permiten regular la entrada de luz y de ventilación impiden el funcionamiento normal. Esto ocurre cuando una o varias lamas se doblan, se salen de su posición o se traban entre sí. Generalmente este desajuste es producto del uso excesivo.
La falta de lubricación es otro factor que puede provocar el atasco, cosa bastante habitual en persianas que no se mueven frecuentemente o que nunca se han lubricado. Las guías se resecan y, si son metálicas, se cubren de óxido que impide el deslizamiento.
¿Qué se puede hacer?
La primera sugerencia es limpiar la suciedad acumulada en las guías. Esto puede hacerse con un pincel, un cepillo o una aspiradora. Una vez limpias, se lubricarán utilizando lubricante en aerosol.
Este lubricante se rocía en las zonas móviles de las guías y en todo el mecanismo de deslizamiento de la persiana. Es importante que la guía esté bien limpia, de lo contrario, el lubricante se empastará con el polvo y el efecto será negativo.
El problema de las lamas desalineadas requiere de una corrección manual. Se revisará visualmente la persiana para localizar las lamas afectadas. Con cuidado se llevará a cada una hacia su posición correcta.
También puede ocurrir que la cadena o la cuerda que permite subir o bajar la persiana esté enredada o que se haya soltado. Si esto ocurre, la persiana no se moverá. Es necesario intentar desenredarla manualmente o llevarla a su lugar. Si está dañada, será necesario reemplazarla.
Después de realizadas las reparaciones, es importante probar si todo está en orden. Para ello se sugiere subir y bajar con suavidad la persiana varias veces. Si vuelve a atascarse, será necesario revisar otra vez cada sección.
Reparar una persiana atascada requiere de paciencia, es un trabajo delicado. Lo fundamental es no forzarla, ya que podrían provocarse daños en el mecanismo interno y, ahí sí, habría que cambiar piezas.
