Diferentes avances tecnológicos en el sistema bancario nos han llevado, desde los prestamistas callejeros en las ciudades italianas del Renacimiento, a todos los trámites financieros que hoy en día podemos hacer por el móvil. Y ello sin necesidad de poner un pie en la sede de un banco o de una entidad de ahorro y préstamo.
Entre ambos extremos se encuentran aquellas fastuosas agencias bancarias, parecidas a iglesias, y lo que podría considerarse como el paso intermedio hacia la digitalización, los telecajeros, o cajeros automáticos.
Una medida sencilla para evitar que nos roben en el cajero
Aunque los cajeros y hasta el dinero en efectivo se encuentran en vías de desaparición, gracias a las nuevas aplicaciones y plataformas financieras, que permiten realizar gran cantidad de trámites prácticamente desde cualquier lugar y a cualquier hora, todavía un 59% de los españoles utiliza dinero en efectivo para sus diferentes transacciones.
Por tanto, también sigue acudiendo a sedes bancarias o a alguno de los 40.000 cajeros automáticos que aún funcionan en España (no hay una cifra precisa, oscila entre 38.000 y 48.000).
El uso de los cajeros automáticos conlleva algunos riesgos, como ser asaltados después de retirar dinero en un cajero localizado en un lugar muy solitario. O bien que por mal funcionamiento indique que se realizó la operación, descuenten el dinero de nuestra cuenta y el cajero no nos entregue nada (es algo que podemos resolver contactando al banco).
Pero hay otro tipo de robo o fraude que es producto directo de nuestra distracción o descuido, cuando realizamos una operación en el cajero y no nos aseguramos de que esta quede completamente cerrada.
Un ejemplo: estamos con prisas y vamos a retirar dinero de un cajero automático, pulsamos botones, introducimos nuestra clave, sacamos el efectivo y nos vamos. Hay cajeros que dan la operación por concluida, pero hay otros que nos preguntan si deseamos hacer otra transacción. Si dejamos la operación abierta, otra persona puede entrar y retirar más dinero, o realizar otra operación fraudulenta.
La manera de evitar esto es bastante sencilla: no alejarnos del cajero hasta que la operación se haya completado, y pulsar “cancelar” para estar completamente seguros.
Otras recomendaciones sobre el uso del cajero automático
Muchas personas acostumbran también imprimir la operación que realizaron en el cajero y luego tirar el recibo allí mismo. Es un paso antiecológico, pues podemos consultar el saldo o cualquier operación que hayamos hecho de forma digital. Además, ese papelito que a veces queda en el suelo o a un lado del cajero, a menudo contiene datos sobre nuestra cuenta o nuestra tarjeta que puede ser de utilidad para estafadores y ladrones.
Para impedir la impresión del recibo, solo hay que indicar directamente que no lo queremos o, de nuevo, apretando el botón de “cancelar”.
Otras recomendaciones
- Utilizar cajeros automáticos que se encuentren en espacios bien iluminados, en bancos o en centros comerciales. Evitar aquellos que se encuentran en lugares muy solitarios o con poca iluminación.
- Revisar el cajero antes de introducir la tarjeta y verificar que no haya nada, un accesorio o un equipo que parezca fuera de lo normal. Existen equipos con los que se puede clonar la tarjeta o robar los datos, que se pueden colocar en los cajeros.
- Aunque no haya nadie cerca, siempre es aconsejable cubrir el teclado con parte del cuerpo o una mano para evitar que otra persona, o una cámara, pueda ver los números.
- Es bueno que antes de abandonar el espacio seguro en el cajero, guardemos la tarjeta y el efectivo que hemos retirado.
- Cuando introducimos nuestra clave en el cajero para sacar dinero, es buena idea tapar con la otra mano por encima. La tecnología ayuda a que ladrones instalen dispositivos que recogen la imagen de la clave que estamos tecleando.
