El laurel es una planta muy valorada en España, especialmente por su uso gastronómico. Originario de la región mediterránea, el laurel ha estado presente en la cocina de los españoles durante siglos. Es un ingrediente esencial en numerosas recetas tradicionales.
Sus hojas, de aroma intenso y sabor ligeramente amargo, se utilizan frescas o secas para dar un toque distintivo a platos como guisos, sopas, estofados, adobos, caldos.
Pero más allá de su uso en la cocina, el laurel tiene un fuerte simbolismo histórico y cultural. Desde la antigua Roma ha sido asociado con la victoria, con la sabiduría y la gloria.
En muchas regiones de España tiene un carácter ritual, vinculado a tradiciones populares y festividades, donde se quema o se utiliza como adorno en celebraciones religiosas.
En los jardines de muchas casas suelen verse laureles, cuya presencia combina funcionalidad y estética. Pero de lo que poco se habla es de las propiedades medicinales del laurel.
¿Para qué enfermedades se usa el laurel?
En muchas familias se han transmitido de generación en generación consejos y recetas en las que se usa el laurel para aliviar dolores y enfermedades. Hay médicos que valoran estos usos, otros que no creen en sus efectos positivos.
Pero lo cierto es que quienes confían en la fitoterapia para mejorar la salud, aconsejan preparados con laurel para una amplia lista de enfermedades.
Las principales dolencias que se tratan con laurel son:
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Trastornos digestivos
Entre los usos más difundidos del laurel se destaca su capacidad para mejorar la digestión. Las infusiones de hojas de laurel alivian la pesadez estomacal, inflamaciones abdominales, gases, indigestiones. Calma el tracto gastrointestinal.
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Úlceras estomacales
Vinculadas a los trastornos digestivos, las úlceras estomacales se alivian y cicatrizan con el té de laurel. Sus propiedades antibacterianas inhiben el crecimiento de bacterias que provocan estas úlceras. Además, estimula la producción de jugos gástricos imprescindibles para la normalización de los procesos digestivos.
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Reduce los niveles de colesterol y de triglicéridos
Los niveles altos de colesterol malo y de triglicéridos generan riesgo de sufrir enfermedades cardíacas. Se ha demostrado que la hoja de laurel facilita el metabolismo de las grasas. Además, mejora el flujo sanguíneo, y, como consecuencia, regula la presión arterial.
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Antiinflamatorio y analgésico
En forma de aceite esencial o como cataplasmas, el laurel alivia dolores. Produce efectos relajantes en los músculos y alivia calambres. Además, reduce la inflamación en articulaciones afectadas por artritis reumatoide, y mejora la calidad de vida de las personas que la sufren.
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Descongestivo de las vías respiratorias
El vaho de laurel, que consiste en inhalar los vapores resultantes de hervir las hojas en agua, se emplea tradicionalmente para descongestionar las vías respiratorias y tratar resfriados.
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Calmante del sistema nervioso
La infusión de laurel se aconseja para reducir el estrés y la ansiedad. Al beberla se contribuye a la relajación y la paz. Una taza de infusión de laurel antes de ir a la cama garantiza un sueño reparador sin interrupciones.
¿El laurel tiene contraindicaciones?
Como ocurre con la mayoría de las plantas medicinales, el laurel debe ser consumido con precaución para evitar efectos adversos. Es importante no abusar, pues el uso excesivo de aceite esencial de laurel o de la infusión de hojas, puede provocar náuseas, vómitos o irritación estomacal.
Las personas que toman medicamentos porque padecen de enfermedades crónicas deben consultar con el médico si pueden consumir laurel. Es importante asegurarse de que no interfiera con ciertos medicamentos.
Por lo tanto, su uso debe ser moderado y, en algunos casos, bajo supervisión médica. Esto asegura que el laurel cumpla realmente con su función sanadora y nos podamos de esa forma beneficiar de sus propiedades.
