El «efecto Icing» es una práctica consiste en que los conductores de los vehículos de gasolina o diésel lleven a cabo el estacionamiento en las plazas reservadas para los coches eléctricos o híbridos enchufables, supuesto que puede conllevar sanciones de un importe que puede alcanzar los 200 euros en concepto de multa. Esto impide el acceso a los puntos de recarga, y limita el desarrollo de una movilidad más limpia.
¿Por qué es importante el efecto Icing?
Los coches eléctricos son un avance en la movilidad hacia la sostenibilidad. Para este tipo de vehículos, los vehículos eléctricos o híbridos enchufables es totalmente necesario disponer de un tipo de punto de carga donde recargar las baterías. Si un coches tradicional aparca en un punto de carga, genera el efecto Icing, ya que impide la carga y una movilidad sostenible.
El estacionamiento en la plaza reservada sin cargar en el surtidor no solo es una falta de respeto, sino que también es una infracción grave de la legislación de tráfico, cuya sanción ni siquiera supera 200 euros. Tales multas están destinadas a enseñar y recordar a los automovilistas que las plazas de recarga no son solo otro lugar de estacionamiento, sino una infraestructura esencial para la operación de los vehículos eléctricos.
El efecto Icing y las señales de tráfico
La correcta señalización de la plaza de recarga es fundamental para la validez de la sanción. Las normas son muy explícitas y afirman que la plaza reservada a vehículos eléctricos deberá constar de señal R-308 que advierte de la prohibición para los vehículos de carga. Es la policía local de la ciudad de que se trate la que tiene la competencia para imponer sanciones en estas plazas como quiera que los puntos de carga también son de dominio público municipal. Así, regulaciones locales con la cuantía de las sanciones y tipo de la infracción las encontramos, por ejemplo, en Madrid.
El control de que las plazas se mantengan es responsabilidad municipal, pero también lo es de la conducta de los conductores para que las conozcan. No todos los municipios establecen sanciones idénticas, lo que hace que convenga conocer, para evitar sorpresas y multas.
¿Qué busca la DGT con esta normativa?
La normativa que aborda el efecto Icing busca que los puntos de carga sean, de forma preferente, accesibles para los conductores de vehículos eléctricos, actuando, así como una medida que promueva la sostenibilidad en términos de movilidad. En un entorno en el que la infraestructura de recarga no es demasiado abundante, este tipo de normas resulta determinante en términos de promover mecanismos de acceso para estos vehículos a los puntos de carga en ciudades y en zonas muy pobladas.
Además, la normativa de la DGT pretende, también, reducir la frustración que viven los conductores de vehículos eléctricos al encontrar ocupada una plaza de carga por un automovilista de combustión, generando así una pérdida muy sensible de tiempo y un acceso a recarga que no es en absoluto ejercido. Se trata de una regulación que favorece el buen funcionamiento de los servicios de recarga, pero que también persigue que las ciudades sean capaces de evolucionar de forma natural con el crecimiento de los vehículos eléctricos.
El efecto Icing es, precisamente, el siguiente escalón para conseguir mejorar la infraestructura y garantizar el acceso en condiciones de equidad a los puntos de recarga. Y, a la vez, es una norma que sirve a la DGT para ir avanzando en el crecimiento de los activos eléctricos en uno de los estados de la costa mediterránea, de forma ordenada e, incluso, eficiente, regulando a aquellas personas que no circunscriben las normas, pero que obstaculizan el uso de las plazas de carga.
