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Santiago Niño Becerra, economista: «El 80% de los inquilinos tiene solo esta vía para llegar a ser propietarios»

por Paco Magar
5 de diciembre de 2025
El 80% de los inquilinos tiene solo esta vía para llegar a ser propietarios

El 80% de los inquilinos tiene solo esta vía para llegar a ser propietarios

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Comprar una casa para vivir es una tradición enraizada profundamente en la cultura de muchos países. Las sociedades mediterráneas, como la española, son especialmente predispuestas proponerse la meta de tener la casa propia. Durante generaciones, la vivienda propia ha sido vista como símbolo de estabilidad y de progreso personal. Esa casa, a la que se llega con esfuerzos y sacrificios, no solo es un lugar para vivir.

Se transforma en un bien que los padres legan sus hijos, una especie de protección familiar que ampara frente a las incertidumbres económicas. A estas percepciones que tienen carácter emocional, se suma el hecho de que comprar una casa siempre ha sido considerado una buena inversión. Es como una forma de ahorro y la gente siente que le rinde más que mantener el dinero en un banco.

España se sitúa entre los países con mayor proporción de ciudadanos que viven en viviendas propias dentro de la Unión Europea. Se ubica en uno de los primeros lugares en el ranking.

¿Cuál es la situación de los propietarios en España en relación al resto de la UE?

Según los datos de Eurostat, la Oficina Europea de Estadística de la Comisión Europea, el 73,3% de los españoles vive en una vivienda de su propiedad. Este dato muestra que España es el segundo país de la UE con mayor porcentaje de propietarios de vivienda. Le precede Italia, con un 76%.

La situación en el bloque es muy desigual. En estilos de vida como el de Alemania y Suiza, por ejemplo, menos del 50% de los ciudadanos son propietarios de la vivienda en la que viven. El alquiler es la opción predominante.

España vive una tendencia a la baja en el número de propietarios

Sin embargo, las estadísticas muestran que el acceso a la vivienda propia en estos últimos años se ha complicado en España. La evolución que tiende a la baja es consecuencia de las transformaciones sociales y económicas que vive el país. Las limitaciones del acceso a la compra provocadas por el encarecimiento inmobiliario y por la precariedad laboral condicionan esta realidad.

A esto se suman las dificultades para obtener créditos hipotecarios que estén al alcance de las posibilidades de la gente. En especial para los jóvenes, es imposible asumir el coste de una vivienda en propiedad. Algunos alquilan, otros permanecen en la casa familiar por largo tiempo. El economista Niño Becerra considera que España está dividida en dos partes muy desiguales. Una de esas partes está integrada por un 20% de ciudadanos que pueden lograr comprar su vivienda. La otra, está conformada por un 80% que no tiene esta posibilidad.

Esta diferencia depende de las posibilidades familiares, no individuales. Llegan a tener casa propia los que nacieron en una familia con patrimonio. El economista considera que la única manera de convertirse en propietario es la herencia. Las cifras resultan nefastas. Según Niño Becerra, ocho de cada diez inquilinos alquilarán siempre, ya que no tienen manera de convertirse en propietarios, pues no tienen herencia. 

Cambian los parámetros y la valoración del trabajo

Para los mayores, “el trabajo es la base de la fortuna”.  La idea de que con trabajo duro y ahorro se aseguraba una vivienda propia y una vida mejor se transmitía de padres a hijos. Sin embargo, estos parámetros han cambiado. Con trabajo ya no se consigue una vivienda, que era el símbolo de la estabilidad. Ahora esta estabilidad está centrada en la herencia.

Por lo tanto, la valoración del trabajo y del ahorro cambia. El esfuerzo individual ya no alcanza, pues el patrimonio familiar es la puerta al éxito y al ascenso social. Asimismo, el economista advierte al grupo de privilegiados por su patrimonio familiar, que tampoco su situación es definitiva y permanente, pues con la inestabilidad económica mundial nadie puede estar seguro.

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