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Hallazgo histórico: un tobillo de más de 4 millones de años pone patas arriba la historia de la humanidad

por Paco Magar
4 de noviembre de 2025
Hallazgo histórico: un tobillo de más de 4 millones de años

Hallazgo histórico: un tobillo de más de 4 millones de años

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Hace 30 años, en 1995, se bautizó oficialmente como Ardipithecus ramidus, a partir de dientes y fragmentos de huesos encontrados entre 1992 y 1993 en la región Afar, en Etiopía, a un homínido que vivió hace 4,4 millones de años, y posiblemente uno de nuestros primeros ancestros. Esta especie sería posterior al último ancestro que tuvimos en común con los chimpancés y bonobos, y sabíamos por diferentes reconstrucciones que compartía características físicas con los humanos modernos, pero también con los grandes simios modernos.

Un tobillo de más de 4 millones de años que lo cambia todo

“Ardi”, como lo llaman familiarmente los paleoantropólogos, tenía un dedo gordo prensil como el del chimpancé, pero una pelvis y un cráneo más próximos al de los seres humanos. Se cree que Ardi debió vivir en corredores de bosques que atravesaban las sábanas, posiblemente acompañando cursos de agua, y que era omnívoro. Comenzaba la evolución de la humanidad.

Ahora, gracias al estudio de un tobillo perteneciente a esta especie, también hallado en Etiopía, y que se comparó con partes similares de otros primates y que abarcan un espacio de 40 millones de años, sabemos algo más sobre el Ardipithecus ramidus, pero también sobre nuestra evolución.

El estudio fue publicado en la revista Comunications Biology, es un análisis exhaustivo del talus o astrágalo, el hueso que conecta la tibia y el peroné con los huesos del pie. En este sentido, llegó a la conclusión de que Ardi debió estar en una posición intermedia entre los grandes simios y el Australopithecus, que ya existía hace 4,2 millones de años y practicaba exclusivamente el bipedalismo.

Por la conformación del tobillo, Ardi practicó el bipedalismo, y hacía recorridos de corta distancia. También tenía una gran habilidad para trepar verticalmente, tal y como hacen chimpancés y bonobos. Esta especie apoyaba la planta del pie por completo en el suelo, aunque tenía costumbres arbóreas.

¿Por qué este enfoque parece causar tanta conmoción entre especialistas?

Existe un debate entre biólogos y paleoantropólogos en torno al desarrollo del bipedismo entre los humanos, y se asumía que nuestro pasado arborícola se habría quedado con el último ancestro común que tuvimos con los chimpancés. La nueva evidencia aportada por este estudio sobre el Ardipithecus ramidus apunta a que el ancestro del que provienen los humanos pudo seguir siendo arborícola, con capacidad para trepar verticalmente, y al mismo tiempo apoyar la planta del pie y caminar de forma similar a los gorilas y chimpancés.

Thomas (Cody) Prang, autor principal de este estudio, afirma: “uno de los hallazgos más sorprendentes es que Ardi caminaba erguido, pero mantenía un pie prensil que todavía podía sujetar ramas”. Las semejanzas de Ardi con simios modernos también podría tomarse como un indicador de que el origen común africano podría acercarnos aún más a los chimpancés. Lo que no significa que descendamos de ellos, sino de un antepasado que era mucho más parecido a nuestros primos de lo que creíamos hasta ahora.

Otra conclusión que se desprende de este estudio, y que no contradice otras tendencias observadas en los procesos evolutivos, es que el avance hacia el bipedismo no fue en línea recta, sino de forma sinuosa y gradual. Otro dato curioso que revela la investigación es que los individuos de esta especie pudieron caminar erguidos, pero también desplazarse apoyando las cuatro extremidades, tal y como lo hacen hoy en día chimpancés y gorilas.

Es evidencia también de que el paso del cuadrupedismo al bipedismo también fue gradual, y probablemente estuvo relacionado con diferentes adaptaciones a los cambios que se producían en el medio natural. Es increíble todo lo que podemos llegar a saber gracias a un pequeño hueso de hace 4,4 millones de años.

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