El acoso escolar sigue haciendo mucho daño en centros educativos de todo el mundo, y aunque no se trata de un fenómeno reciente, ha adquirido nuevos niveles de intensidad y ferocidad gracias al papel que juegan las redes sociales entre los adolescentes. Se trata de tendencias que llevan el acoso más allá de los centros educativos.
En este conflicto juegan un papel importante los padres y los docentes, que deben establecer alianzas e interactuar para detectar y combatir situaciones de bullying. Sin embargo, en estas alianzas se pueden producir malentendidos, o pueden no servir de nada si una de las partes también forma parte del acoso.
Una profesora violando la confidencialidad sobre el acoso escolar
Un caso parecido se presentó en un colegio concertado de Jaén, La Purísima, donde una niña era víctima de acoso, pero también de la desatención y del maltrato por parte de una docente. Un padre preocupado escribió un correo electrónico a la profesora, solicitando una tutoría y pidiendo ayuda de forma expresa.
En el correo el padre señalaba que su hija “se sentía abandonada, desatendida, maltratada, despreciada, insultada a veces y comparada de forma despectiva con terceros, o con la otra clase”. En vez de contactar al padre, la profesora leyó el correo ante la clase, exponiendo de esta manera a la niña, que desconocía este correo, a una nueva humillación.
La estudiante llegó a su hogar “llorando, encerrándose en su cuarto y diciendo que no quiere salir porque la van a echar del colegio. Que menos mal que ya no tiene amigas”.
Denuncia de los padres
El padre denunció esta situación ante el director de la institución, pues además de volver a humillar a su hija, la profesora violó la privacidad de una comunicación entre un padre y un maestro. El colegio se disculpó y dijo que iba a tomar medidas, pero no fue así. Pocos días después la profesora volvió a hablar en clase, aludiendo de forma indirecta a la estudiante, afirmando que había herido los sentimientos de un compañero “y que por lo visto ya no se podía decir la verdad”.
Esta actitud de la docente condujo a una reunión con los padres en la que nuevamente se negó a reconocer culpa alguna, por el contrario, acusó a los padres de “actuar mal”, y además afirmó “que teníamos que pedirle perdón, que no sabíamos educar a nuestros hijos”.
Interviene la AEPD
Para los padres, la docente “a lo largo del proceso ha demostrado conductas compatibles con humillar y vejar a una menor tras incumplir con el deber de confidencialidad”. Es un caso en el que deberían haber intervenido de inmediato autoridades educativas, pero considerando la falta de respuesta del colegio, lo que hizo el padre tuvo más sentido: denunció al colegio ante la Agencia Española de Protección de Datos.
La AEPD estudió el caso y llegó a la conclusión de que el padre tenía razón, y que el colegio era responsable de los actos de la profesora, que había vulnerado el deber de confidencialidad y secreto profesional, y que la Fundación Vedruna Educación debía hacerse cargo de la infracción. Para la AEPD, la profesora vulneró el artículo 5.1.f), relativo a la “integridad y confidencialidad” de los datos personales, y en consecuencia la fundación debía pagar una multa de 15.000 euros.
Como las autoridades de la institución reconocieron la responsabilidad y realizaron el pago de inmediato, la multa se redujo a 9.000 euros. Por otro lado, finalmente entendieron la gravedad de lo que había sucedido y procedieron a hacerle un apercibimiento por falta grave a la profesora; y también reforzaron las medidas de confidencialidad entre el personal.
