Hay épocas del año que no nos dan respiro: debemos quedarnos haciendo sobretiempo y quizás llevarnos parte del trabajo a casa, donde además hay que colaborar con las actividades académicas de los niños y compartir las actividades domésticas, resolver otros problemas. Al final, cuando nos comenzamos a dar cuenta, despertamos con la ropa puesta y ya es un nuevo día.
No tuvimos tiempo de relajarnos un poco o de ducharnos, y caímos en la cama agotados, y pasamos la noche con la misma ropa que recibió polvo, humo y otras partículas durante el día, que además traspasamos a la ropa de cama.
Lo que dice un psicólogo del hábito de dormir con la ropa de calle
Para muchas personas, dormir con la ropa que se usa en el día, sin cambiarla por un pijama o por una prenda especial para dormir (una camiseta grande, un pantalón corto, etc.), es una señal de descuido y de falta de higiene, por lo que acabamos de mencionar. Para otros es señal de que estamos tan ocupados que ni siquiera nos queda tiempo para cambiarnos.
Para José Luis Martín del Pliego, en cambio, “los mecanismos psicológicos que están detrás de dormir con ropa están relacionados con altos niveles de estrés, en los que la persona busca un alivio inmediato al echarse a la cama ‘como sea’. En ese momento no está pendiente ni siquiera de sentirse cómoda; lo único que quiere es un alivio a corto plazo, y por eso se acuesta de esa manera”.
Del Pliego es un psicólogo que reside en Segovia, donde trabaja y es responsable del área de psicología en el Centro Médico Los Tilos. Es también delegado de la Escuela Oficial de Hipnosis de Castilla y León, y las citas que aparecen en este artículo son parte de una entrevista que le hizo el diario online AS.
El hecho de que en algún momento del año lleguemos tan cansados de la jornada que nos quedemos dormidos con la ropa puesta, es algo que puede ocurrirnos a todos, y no hay que darle mayor importancia. Sin embargo, cuando ocurre con frecuencia debemos saber que estamos frente a un problema.
Para este psicólogo, esta costumbre puede ser también señal de que hemos perdido la conexión con nuestro cuerpo, y ya no respondemos a sus necesidades. La desconexión puede llegar hasta tal punto que no sentimos el malestar ni la incomodidad física: “La persona está tan desconectada de su mundo interno que no se percibe a sí misma”.
Del Pliego también señala que es un error pensar que las personas con este hábito son desaseadas o desorganizadas; por el contrario, pueden ser personas muy organizadas que necesitan mantener el control todo el tiempo y que tratan de mantenerse vigilantes las 24 horas. Las personas así, que son incapaces de relajarse porque lo sienten como una pérdida de control, viven todo el tiempo altamente estresadas.
Rasgos de la persona que duerme con la ropa de calle
Entre los rasgos que caracterizan a las personas que duermen con frecuencia con la ropa puesta, están “la dificultad para desconectar o delegar el control”, ya que pueden considerar el uso del pijama como una forma de soltar el control.
Otra característica es “la alta tolerancia al malestar físico”: “Estas personas viven más en la mente que en el cuerpo, por lo que pueden soportar estados de malestar físico con bastante facilidad”.
Y un tercer rasgo es “la ausencia de autocuidado”: “No me refiero a la falta de higiene ni a descuido en ese sentido, sino a la carencia de pausas conscientes: hacer las cosas con calma, comer despacio, tomarse micro descansos”.
Son personas que deben considerar seriamente buscar ayuda profesional, o al menos tomar conciencia de que deben conseguir tiempo para el descanso y la relajación, si no quieren colapsar tarde o temprano.
