Hubo un período en la historia de España en que se podía afirmar sin mentir que el sol siempre brillaba bajo alguno de sus dominios, que se extendían por Europa, Asia, África, América y Oceanía. Fue un imperio que casi milagrosamente surgió cuando el Reino terminaba de unificarse después de una larga lucha en la península.
La mayor parte de los dominios de ultramar se mantuvieron hasta el siglo XIX, cuando los procesos independentistas y las actividades de otros países con proyectos imperiales, además de problemas internos como la ocupación francesa, redujeron el dominio español drásticamente. Una de las últimas pérdidas de España, por culpa de Estados Unidos, fue Filipinas.
La relación de Filipinas con España (y Estados Unidos)
Filipinas es actualmente un territorio que abarca más de 7.000 islas, que juntas hacen unos 300.000 kilómetros cuadrados, posee una población cercana a los 116 millones de habitantes, y comenzó su relación con España en 1565. Sería entonces cuando el explorador español Miguel López de Legazpi tomó posesión de las islas.
Los nexos entre Filipinas y España peninsular fueron bastante intensos y profundos, a pesar de la distancia, pues se trataba de un punto clave en la ruta comercial que partía de Asia y tocaba en América antes de seguir a Europa, y de la que aún se recuerda el Galeón de Manila, que llegaba a Acapulco. En comparación con América, el movimiento separatista en Filipinas comenzó bastante tarde, en 1896, liderado por Andrés Bonifacio, y posteriormente por Emilio Aguinaldo.
Dos años después, en el marco de la guerra hispanoestadounidense, los filipinos lograron derrotar definitivamente a las fuerzas españolas, pero se vieron enfrentados a un nuevo enemigo, los Estados Unidos de América. La guerra filipinoestadounidense se prolongó hasta 1903 y concluyó con la derrota de las fuerzas independentistas. Después de una larga guerra, los filipinos pasaron de ser súbditos de España a estar bajo el dominio político y militar de una potencia imperial en ascenso.
“El peor error de su historia”: de súbditos a consumidores
Los filipinos no solamente vieron frustrado su deseo de autodeterminación, sino que quedaron bajo el dominio de un imperio más fuerte. Es esta una situación que ha hecho afirmar a historiadores y ciudadanos filipinos que haberse independizado de España pudo haber sido “el peor error de su historia”. Tal y como señalan varios historiadores. “Para Estados Unidos siempre fuimos un nuevo mercado”, y agregan: “Nos convirtieron en consumidores y productores de sus propios productos, sin los mismos derechos que tenían los ciudadanos estadounidenses”.
Los norteamericanos hicieron reformas en el sistema educativo e impusieron el inglés, desplazando en gran medida la presencia de la cultura española, y el dominio económico, político y social se mantuvo hasta un año después de concluir la Segunda Guerra Mundial, en 1946. Un período de dominación que muchos historiadores filipinos siguen lamentando.
En foros de historia se pueden encontrar comentarios como estos: “Nos precipitamos al pedir la independencia sin estar preparados para lo que vendría”; o: “Pensábamos que Estados Unidos nos daría libertad, pero simplemente cambió el color de la bandera que ondeaba sobre nosotros”.
Y es cierto, la intervención norteamericana postergó por medio siglo la independencia de Filipinas. Una acción que también fue criticada abiertamente por figuras norteamericanas destacadas de la época, como el escritor y periodista Mark Twain, que atacó la naciente política imperial de Estados Unidos. Respecto a Filipinas, lo que en principio pareció una ayuda de los estadounidenses, como había pasado en Cuba, terminó convirtiéndose en una nueva forma de dominación, como sucedió también con Puerto Rico. En palabras del historiador filipino Daniel Gómez:
“España perdió sus últimas colonias, pero Filipinas perdió su autonomía real. Fue un error colectivo fruto del contexto político del momento”.
