El cambio de horario, sumar o restar una hora en el año para aprovechar mejor la luz natural y gastar menos en energía, parece una decisión administrativa o burocrática que no debería tener ningún efecto en nuestra salud y nuestro cuerpo. Es un cambio que parece meramente formal. Pero hay expertos que desde hace años advierten de que estos cambios aparentemente formales, que realizamos en marzo y octubre, no solo producen ajustes en los relojes y en diferentes dispositivos, sino también en el cuerpo humano, y no son positivos.
El ritmo circadiano versus la hora oficial
En un pasado reciente había que estar atento con el cambio de hora porque había que ajustar relojes y otros equipos; hoy en día no es así ya, que la mayoría de los dispositivos electrónicos hacen el cambio automáticamente. Pero el cuerpo no funciona igual, como lo vienen advirtiendo varios profesionales de la salud desde hace varios años.
Son afirmaciones que ahora se ven confirmada por un estudio dirigido por la Universidad de Stanford y publicado en tiempos recientes por la revista PNAS. En dicho estudio se señala que el cambio de horario dos veces al año puede tener consecuencias negativas sobre nuestra salud. La investigación señala que el cambio de horario produce desajustes en el ritmo circadiano de nuestro cuerpo, que habitualmente se orienta con la luz natural, y que es alterado por los cambios oficiales de hora. Estos desajustes pueden favorecer el sobrepeso y la aparición de enfermedades cardiovasculares.
Por el contrario, tener un horario estándar todo el año puede reducir la aparición de estas enfermedades y contribuir a la estabilidad de nuestro organismo. El ritmo circadiano es el nombre del ritmo biológico de nuestro cuerpo, que tiene una duración de 24 horas y alterna el sueño con la vigilia. Está relacionado con la liberación de hormonas y el control de la temperatura corporal, entre otros aspectos.
Cuando realizamos trabajos o actividades que no se ajustan a estos ritmos del organismo, como las personas que alternan turnos diurnos y nocturnos, la salud física y mental puede verse afectada gravemente.
El cambio de hora, la obesidad y los ictus
Muchas personas ni se dan cuenta de que se produjo un cambio de horarios, pero hay millones que ven afectados sus ritmos circadianos, y su cuerpo puede tardar entre cinco y diez días, según otra investigación publicada en Scientific Reports, en ajustarlo. El estudio afirma que la adopción de un horario estándar, que se mantenga con una hora fija todo el año, podría reducir los casos de obesidad en un 0,8%, que no parece mucho, pero equivale a millones de personas que dejarían de sufrir esta condición, que favorece la aparición de enfermedades y dolencias.
Este horario estándar podría prevenir además la aparición de miles de ictus, que pueden encontrar condiciones favorables en los cambios de horarios y en la alteración del ritmo circadiano. El estudio recomienda también estudiar cuál puede ser el efecto de las alteraciones orgánicas causadas por el cambio de horario en aspectos como los accidentes de tráfico, los suicidios o el consumo de alcohol. Junto a ello, respalda la posición de organizaciones como la American Academy of Sleep Medicine, que lleva años alertando contra el cambio de horario estacional.
España funciona con un horario adaptado al de países más al este del continente, lo que implica un desfase respecto a la luz solar que hace que tengamos un horario más nocturno y descansemos menos. Esto significa que no solo habría que eliminar los cambios de horario estacionales, también habría que adaptar el horario a nuestra posición geográfica y al huso horario que nos corresponde, que es más cercano al de Reino Unido y Portugal.
