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Ni influencer ni streamer: un abuelo se hace de oro por Bizum gracias a este sorprendente negocio

por Paco Magar
15 de octubre de 2025
Se hace de oro por Bizum gracias a este sorprendente negocio

Se hace de oro por Bizum gracias a este sorprendente negocio

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Hay quienes dicen que los psicólogos modernos son tan abundantes porque ocuparon el «negocio» que antes estaba reservado a los sacerdotes, el de escuchar a las personas. Y es que a menudo la gente no busca la “absolución” o ser “curada”, lo que quiere es alguien que le escuche, y lo haga prestando atención. En un mundo donde cada vez estamos más sumidos en nosotros mismos y nos concentramos menos en los demás, hasta el punto de revisar el móvil mientras alguien nos habla, escuchar, prestar atención, se ha convertido en un bien invalorable, o casi. Realmente hay gente ingeniosa que ha logrado ponerle precio, y sin un título en psicología.

Antonio te escucha, por solo 50 euros

Antonio, un hombre de 74 años, ha contado en el programa de radio Herrera en COPE, en la sección “Los fósforos”, sobre un trabajo que ha tenido durante los últimos diez años, que le ha generado ingresos cercanos a los 4.500 euros mensuales y que destina en su mayoría a donaciones. El negocio de Antonio consiste exclusivamente en recibir llamadas telefónicas y escuchar atentamente a los clientes durante veinte minutos, solo interrumpiendo de vez en cuando para pedir alguna aclaratoria. Antonio no es psicólogo y no pretende curar a sus interlocutores, solo los escucha.

Nuestro “oyente” describe en pocas palabras su trabajo, que es el de “un psicólogo, pero sin dar soluciones”, algo que también describe el trabajo de miles de psicólogos, en realidad. Antonio comenzó ofreciéndose como “escuchador” a través de redes sociales como Facebook y ahora lo hace utilizando el teléfono.

Cómo funciona el trabajo de Antonio

En el programa describió también en pocas palabras cómo se desarrolla su trabajo: “Lo único que hago es escuchar a las personas, unos veinte minutos; yo les interrumpo cada tres o cuatro y ahí es donde está el secreto, para que se vacíen conmigo”.

La mecánica tampoco es complicada: “Me hacen Bizum, contactan conmigo telefónicamente, yo hablo, los interrumpo cuando tengo que interrumpir…”, y comenta que hay gente que llama, dice todo lo que tiene que decir y ni siquiera se identifica, no necesitan dar su nombre. Antonio recibe tres o cuatro llamadas al día, y por cada una cobra 50 euros; 5 son para él y los restantes 45 los dona a una ONG. Respecto a las personas que lo llaman, señala que los perfiles son muy variados, e incluyen desde médicos hasta actores de cine.

Esta distribución de los ingresos indica claramente que Antonio no hace esto por razones económicas, sino por solidaridad y empatía, y probablemente por algo de curiosidad por lo que la gente quiere decir y nadie parece tener interés en escuchar.

Un oficio parecido, pero en Japón

La soledad y la incomunicación son condiciones o situaciones cada vez más extendidas en la sociedad moderna, lo que explica en parte el trabajo de Antonio, muy similar a su vez al empleo inusual de otra persona que “no hace nada” y cobra por ello, pero en Japón. Se trata de Shoji Morimoto, un hombre de 41 años que desde 2018 se alquila como compañía para asistir a eventos o simplemente tomarse un café.

Es conocido popularmente como “Rental Person” (“persona de alquiler”), y desde que comenzó ha atendido más de 4.000 solicitudes, generando ingresos cercanos a los 80.000 dólares al año. Morimoto perdió su empleo anterior por “no tomar la iniciativa” y por su “falta de individualidad”, y convirtió estos dos presuntos defectos en la base de su nuevo trabajo: le pagan por estar allí, por su presencia, y no está obligado a escuchar o a dar respuestas, solo ser un acompañante. Al menos Antonio escucha.

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