La industria que rodea los alimentos y golosinas para niños es una de las más grandes y poderosas del mundo de los alimentos. No llega a las dimensiones de las tecnológicas, la industria automotriz o las petroleras, pero casi puede causar daños similares o peores, porque afecta al sector más frágil e indefenso de la humanidad: los niños y niñas.
Es una industria muy compleja, que involucra desde agricultores hasta grandes empresas de marketing, y en el que todos los adultos jugamos un papel fundamental. Entre otras cosas porque somos los que compramos las galletas y otras golosinas con las que millones de niños desayunan, se alimentan en los recesos o comen en las meriendas, y que ciertamente son menos saludables de lo que creemos.
Lo que dice la OCU
La Organización de Consumidores y Usuarios ha publicado recientemente los resultados de un estudio que confirma lo que ya han dicho otras investigaciones en distintas partes del mundo: que los cereales azucarados y las galletas elaboradas con exceso de azúcar y harinas ultra procesadas son un pésimo alimento para nuestros hijos.
Tanto las galletas como los cereales vienen en envases sumamente atractivos y tienen como respaldo una campaña de mercadeo que nos hace verlos como alimentos saludables, o en todo caso inocuos, asociados a animales graciosos con los que nuestros hijos establecen vínculos emocionales.
Los envases de estos productos a menudo ofrecen en primera plana vitaminas y minerales que son necesarios para el crecimiento y la salud de los niños, pero nada dicen de los altos porcentajes de azúcar. Es esta una omisión que puede considerarse publicidad engañosa, pues los padres creen que están adquiriendo un alimento saludable, que a la vez gusta a los niños.
Y cuando el estudio de la OCU pone su atención en las galletas, el resultado no es mucho mejor: en la mayoría uno de cada tres gramos son directamente azúcar (lo que casi puede generar adicción en los niños y afectar el modo como se alimentarán en el futuro).
Y en cuanto al resto de los ingredientes, es frecuente el uso de harinas ultra refinadas y de grasas poco saludables, como las del aceite de palma; a los que hay que agregar una larga lista de aditivos y conservantes.
¿Qué hacen estos alimentos a nuestros hijos?
De acuerdo con la investigación de la OCU, una dieta con presencia de una gran cantidad de alimentos ultra procesados y con altas dosis de azúcar produce caries y, en realidad, este sería el menor de los problemas que estamos creando a nuestros hijos. Al acostumbrarlos a grandes cantidades de azúcar y al sabor de los ultra procesados, estamos propiciando condiciones de sobrepeso desde la infancia, y la aparición en pocos años de enfermedades metabólicas y de otro tipo.
Pero no todos los efectos son a medio o largo plazo: el consumo de alimentos ricos en calorías vacías y pobres en hidratos de carbono saludables no cumple con los altos requerimientos de energía que necesitan los niños. Además, hay estudios que vinculan esta mala alimentación con problemas de concentración y con el bajo rendimiento escolar.
Las alternativas
El consejo de la OCU está al alcance de la mano de cualquier familia española: reducir al mínimo la presencia de galletas y cereales ultra procesados en los desayunos y meriendas y reemplazarlos por frutas frescas o frutos secos, pan integral con aceite de oliva, un tazón de avena, yogur y preparaciones caseras utilizando harinas integrales.
Una de nuestras misiones más importantes como padres es sin duda preservar la salud de nuestros hijos, y también enseñarlos a comer de forma saludable e inteligente.
