Muchos casos de despidos disciplinarios terminan en los tribunales, y a menudo llegan a los niveles más altos de la justicia en las comunidades autónomas. Aunque hay excepciones, cuando ha habido fallos en el procedimiento para llegar al despido, por lo general los tribunales superiores terminan ratificando la primera decisión judicial.
Un ejemplo de este tipo de casos es el que recientemente dirimió el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), en el que una empleada, auxiliar de clínica, que había sufrido un despido disciplinario, sin indemnización, demandaba a una doctora por vulnerar su derecho al honor y exigía el pago de una indemnización de 75.000 euros.
El caso de las recetas falsificadas
Una de las primeras cosas que llama la atención en algunos de estos casos es que se trata de personas que tienen años en un empleo, y de pronto, quizás por exceso de confianza, hacen algo que saben que está mal y que arruina toda una trayectoria de vida. La empleada era auxiliar de clínica en A Coruña desde 2016, y en 2024 aceptó un pedido de una paciente para hacerle cuatro recetas de un preparado contra la migraña, hemicraneal 10, con distintas fechas, para presentarlo en diferentes farmacias, porque la paciente tenía deudas con varias.
La empleada, “sin consultarlo con la doctora y sin que la mujer hubiese sido previamente atendida por aquella”, imprimió cuatro recetas, descargándolas de un PDF, utilizó el cuño de la doctora y falsificó su firma, algo que puede considerarse incluso como usurpación de identidad. La Xunta descubrió que estas recetas eran irregulares: la jefa del servicio de Inspección de Servicios Sanitarios se comunicó con el Colexio Oficial de Médicos da Coruña para que la junta directiva interpelase a la doctora sobre esta “supuesta prescripción farmacéutica irregular”.
La doctora contactó a la auxiliar y le solicitó una carta donde reconociera sus acciones, exonerándola de culpa. La empleada rechazó la acusación y comunicó que pondría todo en manos de su abogado. También solicitó a la clínica un permiso remunerado para poder investigar. Poco después la empresa procedió a aplicar un despido disciplinario.
El papel de la justicia
El caso definitivamente iba más allá de un asunto laboral y fue por eso que la doctora procedió a poner una denuncia en la Policía Nacional, con lo que comenzaron a realizarse trámites en el Juzgado de Instrucción N° 7. La empleada a su vez no permaneció quieta y llevó su caso ante el Juzgado de lo Social N° 6, que falló en contra de esta, al considerar que el despido había sido procedente.
El juzgado tomó en cuenta que en otras ocasiones la doctora había permitido que la auxiliar llenase prescripciones y utilizara su cuño para validarlas, pero también consideró que la médica en ningún momento le dio autorización para hacerlo “sin supervisión o para firmar las recetas simulando su firma”. La exempleada llevó el caso hasta el TSXG, solicitando 75.000 euros en compensación por “vulneración del honor”, pero allí también el fallo fue en contra, y el despido disciplinario se creyó procedente porque se consideró que la auxiliar cometió una “falta muy grave de fraude”.
¿Hay una moraleja?
Es probable que la relación algo ambigua entre la doctora y la auxiliar haya hecho creer hasta cierto punto a esta última que podía utilizar el cuño de la doctora, pero eso no justifica que lo hiciera, y mucho menos que falsificara la firma. En este caso funcionaron los controles internos y externos, y se pudo llegar hasta la responsable de la falta, pero la doctora pudo haber terminado sancionada también. ¿La moraleja? Hay que ser más estrictos con los procedimientos, sobre todo cuando se trata de prescripciones farmacéuticas.
