El automóvil se ha convertido es un símbolo de comodidad y de flexibilidad. Las personas se han acostumbrado a utilizarlo en las largas distancias, en las que compite directamente con el tren y el autobús. En España, la infraestructura vial está diseñada para facilitar los desplazamientos por carretera. Con las mejoras en las redes de autopistas, el coche es el medio más rápido y cómodo para recorrer largas distancias. Aunque no es el más económico.
El coche ofrece gran flexibilidad para viajar cuando y dónde se desee, sin depender de horarios o paradas intermedias. Y en viajes familiares y escapadas de fin de semana, es la opción que permite una planificación optimizadora del tiempo de viaje. Aunque se ofrecen opciones alternativas como los trenes de alta velocidad, la costumbre de viajar en coche prevalece, en parte por la independencia, la libertad y la privacidad que brindan.
Por eso, aunque la congestión del tráfico a veces molesta, el hábito de moverse en coche sigue firme y no parece que vaya a cambiar. Esta tendencia impacta en el mercado de eléctricos. En tiempos en los que los coches eléctricos reclaman la atención de los conductores, la duración de la energía de la batería concentra la atención de fabricantes y vendedores. A la hora de comprar, la autonomía del coche se destaca como cualidad principal.
La autonomía del coche eléctrico es el rasgo diferencial
A medida que la movilidad eléctrica gana terreno, la autonomía que ofrece un vehículo con una sola carga es uno de los aspectos que más valoran los compradores. Quienes disponen de vehículos para largas distancias, quieren asegurar que podrán recorrer su ruta, a veces de cientos de kilómetros, sin que el coche avise que ya no tiene energía.
A la capacidad de la batería, se suman las dificultades para encontrar puntos de recarga disponibles en algunos tramos, ya que la red de infraestructuras de recarga es insuficiente en muchas zonas. Por lo tanto, lo más seguro es llegar a destino sin tener que recargar en una parada.
En atención a este interés voraz por la energía de los compradores, los fabricantes están poniendo todo el empeño en lograr baterías más eficientes. La meta es potenciar la autonomía para que el conductor viaje tranquilo y sin los inconvenientes de detenerse, encontrar recargas y dedicar tiempo a cargar.
¿Cambia el precio de un coche eléctrico en función de la autonomía de la batería?
La comodidad se paga. La gama de coches que tienen mayor autonomía cuesta más que los de autonomía reducida. Las marcas han encontrado en esa posibilidad de recorrer más kilómetros sin recargar un factor diferenciador que se traduce en coste. La realidad parece indicar que esta desesperación por la autonomía presente tanto en fabricantes como en compradores no se justifica. Más bien parece ser resultado del marketing centrado en la autonomía con el que muchas marcas obtienen muy buenos ingresos.
Una encuesta reciente realizada en Estados Unidos se propuso entender cómo se comportaban los conductores con respecto a la autonomía y recargas de sus eléctricos. En la investigación se analizó el uso de más de 40.000 vehículos eléctricos de nueva generación que superan los 500 km de autonomía. El resultado fue muy significativo.
La gran mayoría de los conductores desperdicia hasta un 80% de la energía disponible durante la mayoría de los días. En los vehículos con baterías de hasta 560 km de autonomía, se queda sin usar más del 88% de la capacidad. El análisis mostró también que a más autonomía también hay más desperdicio por el comportamiento de los conductores.
Audi se ha arriesgado a difundir su opinión sobre el tema. Los técnicos de la marca consideran que una autonomía de 320 kilómetros y una red de carga adecuada sería suficiente para la mayoría de los conductores de eléctricos. Pero, mientras tanto, el vértigo por tener la super autonomía mantiene ansiosos a los compradores de eléctricos. Y los vendedores lo disfrutan.
