Lo hemos escuchado tanto que parece una verdad indiscutible, y más de uno tal vez crea recordar que ha visto estudios científicos que lo confirman: que nuestra costumbre de acompañar la comida con una copa de vino no es solo saludable, sino también aconsejable.
Es decir, que una copa de vino no hace daño a nadie, puede ayudar a bajar la comida, a eliminar el estrés acumulado durante el día y hasta es bueno para el normal funcionamiento del sistema cardiovascular. Pues, amigas y amigos, nada de esto es cierto, o al menos esto afirma un experto en salud cardiovascular.
La leyenda de la copa de vino saludable
No está muy claro cómo se instaló en la mente de muchísimos consumidores la idea de que el vino en pequeñas cantidades era bueno para el corazón y para la salud en general. Y además que no engorda. Sin embargo, es bastante probable que en esto hayan tenido mucho que ver las empresas que se encargan del mercadeo de la industria vitivinícola.
Por un lado, se habló de los efectos benéficos para el sistema cardiovascular del resveratrol, un antioxidante que se encuentra en la piel y en la semilla de las uvas al que, entre otros beneficios, se atribuye estimular un gen de longevidad y mantener saludables las arterias.
Es cierto, en las uvas hay resveratrol, pero según el experto en cardiología, para lograr los resultados antes mencionados habría que beber muchísimo vino. De esta forma los efectos favorables del antioxidante se verían ampliamente contrarrestados por los efectos nocivos del consumo excesivo de alcohol.
Otra información sesgada, originada en Francia, atribuía los bajos porcentajes de enfermedades cardiacas entre sus habitantes a la costumbre de beber vino con las comidas. Ha sido denominada la “paradoja de Francia”, pero todo indica que tampoco es cierta.
La baja incidencia en este país de enfermedades coronarias estaría relacionada con los hábitos dietéticos franceses, que incluye el consumo habitual de vegetales y legumbres, así como favorecer las grasas saludables, a lo que se debe sumar un estilo de vida donde se da importancia a la actividad física y se controla el consumo de alimentos ultraprocesados.
El consumo regular de vino tinto en esta tendencia nada tendría que ver.
La verdad sobre la “copita de vino”
Investigaciones recientes, señalan cardiólogos como el doctor Alejandro Sáez Ruiz, tal y como las publicadas recientemente por el Instituto de Salud Carlos III, apuntan a que “esa copita de vino con la comida parece que no es tan buena como creíamos”.
Este estudio señala que el consumo de alcohol no produce ningún beneficio para la salud, y tomarlo de forma moderada no produce ningún cambio, a favor o en contra.
La investigación indica que el consumo de alcohol, sin importar cuál sea, comienza a propiciar la aparición de enfermedades a partir de los 20 gramos al día, lo que equivale a dos copas de vino o a un par de vasos de cerveza.
De acuerdo con el doctor Sáez, el vino, “a pesar de sus polifenoles, no es mejor que otros licores en lo que respecta a la mortalidad”.
Es probable que consumir una o dos copas eventualmente no tenga ningún efecto nocivo, aunque tampoco beneficioso, a largo plazo. Sin embargo, un consumo regular posiblemente terminará afectando nuestro sistema cardiovascular, aumentar el riesgo de sufrir varios tipos de cáncer, alterar la calidad del sueño e incluso afectar nuestra salud cerebral.
Lo que no ha dejado de ser cierto es que seguir una dieta mediterránea, consumiendo pescado azul, usando aceite de oliva virgen extra y alimentándonos con abundante frutas, legumbres y vegetales, puede hacer nuestra vida más larga, saludable y placentera, sin necesidad de la copa de vino.
