No podemos vivir pensando que la gente que nos rodea solo está esperando una oportunidad para estafarnos o hacernos daño, sobre todo cuando actuar de esta manera les puede reportar algún beneficio. Tampoco dar por sentada aquella famosa afirmación: “piensa mal y acertarás”, pero es que hay cosas que parecen confirmar esta tendencia oscura de la condición humana.
Una historia que apunta en esta dirección se acaba de destapar recientemente y se ha hecho viral en las redes, por los niveles de descaro que implica. También por haber pasado en un país donde todos juramos que esas cosas no pasan, y que confirman otro refrán: “en todas partes se cuecen habas”.
Años pagando alquiler por un estacionamiento gratuito
En 2012, un peluquero, un trabajador autónomo, alquiló un local en la ciudad de Zúrich, en el que la arrendadora incluyó también una plaza de aparcamiento que estaba justo frente al local por solo 100 euros adicionales. Para el peluquero se trató de un buen acuerdo.
Durante 13 años este trabajador pagó religiosamente el alquiler y aparcó su vehículo en lo que creía era su puesto de aparcamiento exclusivo. Y hubiera seguido haciéndolo de no ser por un par de multas impuestas por la policía municipal de Zúrich, por estacionar de forma indebida.
El hombre no lo podía creer, lo estaban multando por aparcar en su plaza de estacionamiento. Después de la segunda multa, el hombre se presentó en el puesto policial con una copia del contrato para demostrar que estaba en su derecho de aparcar allí, y fue entonces cuando se enteró de que se trataba de un espacio donde se puede aparcar de forma gratuita.
El cinismo elevado al cuadrado
El peluquero no lo podía creer, llevaba 13 años pagando 100 euros adicionales, alrededor de 16.000 francos suizos, que equivale a 17.000 euros, por un espacio que es de uso libre y gratuito para cualquier ciudadano.
El hombre fue a reclamar, con razón, a la propietaria, que no tuvo problemas en reconocer que sabía que el espacio era gratuito desde el principio, pero que se había tratado de un acuerdo donde ambas partes habían salido “beneficiadas”.
“Ni siquiera se disculpó”, comentó el hombre durante una entrevista telefónica realizada por el programa 20 Minutes, y además se negó a devolver el dinero que recibió por nada durante todos estos años.
Fue en ese momento en que el peluquero decidió reaccionar con mayor firmeza y enfrentar a la arrendadora. El primer paso fue interponer una denuncia penal contra la propietaria, y el siguiente fue buscar un nuevo local para su salón de belleza.
La dueña imaginaria de la plaza de aparcamiento ha negado las acusaciones del peluquero a través de su abogado, y ahora amenaza con demandarlo por difamación y por falsas acusaciones.
Es un caso que comenzó a desarrollarse en 2025 y sobre el que todavía no existe ninguna decisión judicial, pero todo hace pensar que el peluquero tiene las de ganar, sobre todo por la copia del contrato, que es la principal evidencia contra la arrendadora.
¿Existe una moraleja en este caso?
Pareciera que no, siempre es posible toparse con una persona malintencionada que puede intentar aprovecharse de nosotros, y no podemos andar por la vida desconfiando de todo el mundo, y menos en Suiza.
En el caso del peluquero, probablemente haya aprendido que no hay que confiar solo en los datos que ofrece el presunto propietario, y que vale la pena verificar la información con los vecinos y con las autoridades municipales antes de firmar cualquier contrato. Sobre todo cuando parte de lo que se alquila se encuentra en un espacio público.
