Para muchas personas en todo el mundo, los bancos son un mal necesario; los necesitamos porque a través de ellos nos pagan, porque debemos tener una cuenta para acceder al crédito o a una hipoteca. También porque eventualmente vamos a necesitar antecedentes financieros para alquilar vivienda, comprar un coche o invertir en un negocio.
Sin embargo, ya hace años que dejaron de ser instituciones discretas que nos acompañaban en la vida diaria, y muchos de ellos se han convertido en sujetos codiciosos, que piden comisión por todo e intentan vendernos servicios que no necesitamos. Todo esto en parte ha llevado a muchos españoles a probar suerte con nuevas entidades financieras.
Los bancos favoritos de los españoles según la OCU
La Organización de Consumidores y Usuarios realizó una encuesta donde participaron 15.000 clientes para determinar cuáles son los bancos preferidos de los españoles. El resultado favoreció a los bancos pequeños y a los denominados “neobancos”, entidades financieras 100% digitales que no han dejado de crecer en todo el mundo en los últimos años.
Para elegir los mejores bancos se estableció una escala de 100 puntos, y estos fueron los resultados: Caixa Guissona (Guissona Lleida, 84), Caja Rural de Asturias (82), Revolut (80), ING (80), Pibank (80) y N26 (79).
6 entidades financieras, de las que 3 son digitales o neobancos: Revolut, Piban y N26; una es un banco internacional que funciona de forma digital (ING), y dos son cooperativas de créditos tradicionales, con poco o nada que ver con las corporaciones financieras tradicionales.
Qué buscan y qué detestan los usuarios de bancos y entidades financieras
Estos bancos fueron elegidos porque ofrecen un buen servicio, responden rápidamente a sus clientes cuando estos los necesitan, están actualizados tecnológicamente y poseen claridad administrativa. Para decirlo de manera más clara, detallan claramente cuáles son las comisiones que cobran por sus servicios.
¿Qué aleja cada vez más a los españoles de los grandes bancos? El creciente cobro de comisiones por servicios financieros que antes eran gratuitos, las llamadas molestas e insistentes para vendernos servicios que no deseamos o no necesitamos, la opacidad (no saber por qué pagamos unos servicios y otros no).
Otras quejas comunes: la dificultad para contactar algo que no sea una máquina cuando hay un problema, y a menudo lo difícil que puede ser conseguir soluciones a través de la página web o de la aplicación del banco.
Qué podemos hacer
En algún momento del nuevo siglo, los bancos se ensoberbecieron y anunciaron que pronto íbamos a tener que pagar por muchas cosas que antes eran gratuitas, si queríamos que siguieran administrando nuestro dinero, como si estuvieran haciéndonos un favor.
A esto hay que agregar la dificultad que tenían los nuevos clientes, a los que se les pedían referencias y documentos como si todos estuviéramos lavando dinero.
Parecían tener la sartén por el mango, pero entonces aparecieron los bancos digitales.
Esta modalidad no es totalmente nueva, pues ya existían algunos a finales del siglo pasado. Sin embargo, han vivido una expansión extraordinaria en los últimos años, basando su éxito en respuestas rápidas a los clientes, claridad administrativa y ofertas atractivas para atraer nuevos usuarios.
Y para abrir una cuenta en uno de estos bancos solo necesitamos el DNI, un justificante de ingresos y pasar unos cuantos minutos colocando nuestros datos. En algunos neobancos basta con el DNI.
Si preferimos permanecer con nuestro banco y seguir intentando contactar a un empleado que esté dispuesto a ayudarnos a resolver un problema, vale la pena saber que podemos conseguir mejores resultados utilizando los chats o correos electrónicos que las llamadas. Los primeros pueden servir de evidencia y obligan a dar respuesta a nuestros reclamos.
