Todos hemos visto alguna vez esas representaciones de seres humanos del futuro con unas cabezotas encima de cuerpos frágiles y dedos muy largos (como también imaginamos a los extraterrestres avanzados). Son exageraciones, naturalmente, pero señalan algo que es verdad: el cuerpo humano sigue evolucionando y cambiando.
Uno de estos cambios que muchos conocemos es el de la desaparición de las cordales, las llamadas muelas del juicio, pues cada vez más niños nacen sin ellas. Junto a ello, otro ejemplo es el del apéndice, que ha quedado como un vestigio de una parte del intestino que desapareció también porque ya no era necesario, como las cordales.
Un músculo que ya no necesitamos
Las muelas del juicio eran necesarias cuando los seres humanos teníamos maxilares más largos y nuestra dieta incluía alimentos más duros y fibrosos. Con el uso del fuego y el consumo de alimentos más blandos, estas muelas perdieron su razón de ser. La del apéndice es una historia parecida: aunque la percepción sobre esta parte del cuerpo está cambiando, sería un recuerdo del parte del intestino que utilizábamos cuando nos alimentábamos con hojas y otros alimentos crudos.
Este puede ser también el caso del palmar largo, un músculo que se encuentra en el antebrazo y que parece estar en vías de desaparición, pues ya un 15% de la humanidad no lo posee. El palmar largo es un músculo delgado que parte del codo y llega a la muñeca, y su función es la de ayudar a mover la muñeca y a tensar el conjunto de tejidos, que se conocen como aponeurosis palmar, entre los dedos y la muñeca.
¿Por qué está desapareciendo?
El palmar largo parece haber sido particularmente útil para trepar y sujetarse a las ramas con mayor firmeza, una actividad que dejó de ser primordial, o parte de nuestra vida diaria, hace varios millones de años.
Eso explicaría por qué este músculo ha sido cada vez más delgado, y por qué ahora casi 1 de cada 5 seres humanos nace sin él como parte del equipo de músculos. Algo similar sucede con las cordales: un 10% de la población mundial nace sin ellas o nunca las desarrolla, y es porque nuestro cuerpo ya no las necesita.
Quiero saber si tengo o no el palmar largo
Es posible que pertenezcamos a ese 15% de seres humanos que nacieron sin este músculo, y para ello solo debemos hacer una sencilla maniobra, que se conoce como test clásico de Schaeffer. Esta prueba consiste en apoyar la mano sobre una mesa u otra superficie plana con la palma hacia arriba; luego unir el dedo pulgar con el dedo meñique, como si intentáramos hacer una pinza; y teniendo la mano en esa posición hay que tratar de separarla de la mesa.
Si tenemos el palmar largo se verá aflorar claramente, llegando al centro de la muñeca. Otra forma de saber si tenemos este músculo es hacer lo que se conoce como una flexión asistida de la muñeca, otro ejercicio interesante.
En este caso, hay que colocar el antebrazo y la mano sobre la superficie de una mesa, de nuevo con la palma hacia arriba, y sujetar la mano que está en la mesa con la otra. El siguiente paso es intentar levantar los dedos, y hacer fuerza mientras se mantiene la presión con la otra mano. De esta manera, si tenemos el músculo debería aflorar y verse claramente.
En todo caso, si no lo tenemos no hay de qué preocuparse; como dijimos al principio, se trata de un cambio evolutivo que todavía no se ha extendido a toda la especie. Si consideramos que descendimos de los árboles hace siete millones de años, aproximadamente, es más que probable que sigan naciendo más seres humanos con este músculo durante varios miles de años más.
