Es una de las manifestaciones externas más evidentes de que envejecemos, y una preocupación que ha alimentado la industria cosmética casi desde antes de que existiera: las arrugas en la piel, la señal indiscutible de que ya no somos jóvenes y de que el cuerpo comienza a deteriorarse.
La lucha para prevenir las arrugas o para retrasar su aparición pasa por explicar qué las causa. Hasta ahora, la teoría más extendida es que se produce porque la piel se comprime, y eso es lo que hace que vayan apareciendo esos pequeños pliegues. Sin embargo, un estudio publicado recientemente apunta en dirección contraria.
La piel y el “efecto de Poisson”
El estudio se publicó en el Journal of the Mechanical Behavior of Biomedical Materials, y en él se afirma que las arrugas no se producen porque la piel se comprime, sino porque esta se estira más en una dirección que en otras, generando pliegues y arrugas en un lado. Es lo que se conoce en física como efecto de Poisson.
En mecánica, este efecto alude a la deformación que se produce en un material cuando no se estira de manera uniforme, es decir, que un lado se estira más que otro, generando pliegues y compresiones en otros puntos de la superficie sometida a este estiramiento. En el caso de la piel, el estiramiento se da cuando la piel se ve sometida a presión por muecas y gestos, o por otras presiones cuando dormimos o reaccionamos contra fenómenos externos.
Desde hace décadas se sabe que las arrugas son producto de la pérdida de colágeno y por una deficiente hidratación de la piel, pero no estaba claro cómo se producía. Esta nueva aproximación podría tener consecuencias en la manera como se está abordando el tema de las arrugas en la medicina y en la industria cosmética.
¿Una perspectiva equivocada?
En la lucha contra las arrugas, sobre todo desde el punto de vista de la cirugía plástica, los estiramientos de la piel han jugado un papel importante. Pero este estudio, realizado por investigadores de la Universidad de BingHamton (Nueva York, Estados Unidos), reveló que las posibilidades de que la piel se arrugue aumentan cuando a esta se le aplican estiramientos.
Esta investigación se realizó estudiando y sometiendo a pruebas muestras de pieles reales de personas entre 16 y 91 años, ejerciendo diferentes tensiones, en algunos casos siguiendo la dirección del colágeno y en otras de forma perpendicular. Lo que observaron fue que la piel de las personas de mayor edad tiende a contraerse de forma lateral cuando se somete a estiramientos, y es esta contracción la que produce las arrugas. A medida que el estiramiento aumenta más de un lado que de los otros se crean arrugas más profundas.
Otra revelación de este estudio es que, además de estirarse, la piel pierde grosor, volumen, a medida que envejecemos. La piel al estirarse también se hace más delgada, y aparentemente pierde más líquido que el resto, lo que la hace más vulnerable.
Estos resultados pueden ser de gran utilidad para los dermatólogos y cosmetólogos que luchan contra el avance de las arrugas, que hasta ahora lo han enfrentado principalmente a través de la aplicación de colágenos e hidratantes, quizás sin prestar la debida atención a la manera como las tensiones de la piel producen más arrugas y hacen poco efectivos estos tratamientos.
Al conocer el modo en que se comportan los tejidos, los dermatólogos pueden aplicar nuevas estrategias y utilizar productos que ayuden a la piel a resistir mejor las diferentes tensiones, y a buscar nuevas formas de reducir las contracciones transversales.