La compra de contenedores cerrados se ha popularizado en España en estos últimos años. El misterio que encierran esas enormes cajas es un motivo de atracción, que para muchos se transforma en oportunidad económica. Estos contenedores pueden adquirirse en plataformas digitales, presencialmente en ferias y hasta en tiendas especializadas. Generalmente los que están en este camino de compras, se interesan en contenidos depósitos de almacenamiento cuyos propietarios han dejado de pagar. También se venden contenedores con mercaderías abandonadas en aduana.
Existen programas de televisión con formatos que giran en subastas de estos contenedores. En estas ventas, los interesados, coleccionistas, revendedores o curiosos que quieren divertirse compiten entre sí para quedarse con el contenido del contenedor. La consigna es que solo pueden observar rápidamente lo que hay dentro del box desde afuera. Está prohibido entrar y tocar nada. Ni siquiera se puede levantar una lona para ver qué hay debajo.
Se realiza la subasta al estilo tradicional. Una vez finalizada, un momento clave para el programa y para el ganador de la puja es la exploración de lo que hay en el contenedor. Comienzan los cálculos acerca de si la inversión fue rentable. El formato del programa se originó en Estados Unidos, aunque se ha adaptado a varios países. Muchos de ellos son éxito total en estos tiempos, y tientan a nuevos compradores.
Compró un contenedor por 3000 euros y logró el gran negocio de su vida
La subasta fue difundida en el programa Storage Hunters. Tuvo gran difusión y no es para menos. La mujer pagó 3.076 euros y ganó más de 30.000. Multiplicó por 10 su inversión.
¿Qué había dentro de este contenedor que resultó el gran negocio para esta mujer? Cuando el contenedor fue abierto para que los interesados tuvieran un panorama general del contenido, se encontraron con que había algo grande e irregular cubierto por una lona. Aparentaba ser un coche, pero, como el contenedor había pasado más de 20 años cerrado, muchos se retiraron de la puja. Imaginaron que sería un coche común, que estaría deteriorado por el óxido y el encierro.
Pero quizás por intuición o por desafío de jugar, la mujer, cuyo nombre no ha sido revelado públicamente, siguió en la puja. Compró el contenedor y nunca pensó que podía hacer un negocio tan importante con su contenido.
¿Qué había debajo de la lona?
Para sorpresa de los asistentes al programa y de los espectadores, la mujer se encontró con un coche, sí. Pero a diferencia de lo que la mayoría había pensado, no era un coche cualquiera ni estaba deteriorado. Debajo de la lona había dormido durante esos 20 años un De-Lorean DMC-12. Por 3.077 euros, la mujer era propietaria del coche de acero inoxidable con puertas de ala de gaviota que se convirtió en leyenda gracias a la trilogía de la película “Regreso al Futuro”.
Este modelo no tuvo éxito comercial, se suspendió la fabricación y solo quedan unos pocos ejemplares en el mundo. Para quienes disfrutaron de la época de estas películas de los años 80 protagonizadas por Michael J. Fox, este coche es un tesoro que muchos querrían tener. Aunque requería de alguna restauración, su valor como objeto de colección, mítico para tanta gente, superaba ampliamente el precio que pagó por él.
Después de someterlo a una revisión general y del cambio de baterías, el coche funcionaba a la perfección. La mujer lo puso a la venta, y las ofertas comenzaron a llegar. Fue vendido en 32.000 dólares, unos 30.000 euros. Sin duda fue una inversión con muy buen retorno.
Esta compra activó el interés por las subastas de contenedores. Sin embargo, estadísticamente se demuestra que casos como el de este contenedor son excepcionales.
