En el año 2019, la Unión Europea marcó su compromiso con la sostenibilidad ambiental con el Pacto Verde Europeo. Si bien no es un tratado formal, define una estrategia con la que la Comisión Europea se propone transformar a Europa en el primer continente climáticamente neutro. Las medidas que se refieren a la circulación de vehículos son las más difundidas, probablemente porque impactan directamente en la mayoría de los ciudadanos. Pero no es el único foco al que mira la UE.
También los pisos tienen que adaptarse para contribuir al logro de la meta de la eficiencia energética y de la contaminación cero. A partir del 2030, no se podrá negociar una vivienda, vender o alquilar, si no cumple con ciertos requisitos energéticos.
Para clasificar las viviendas se ha definido una escala estandarizada de la A a la G, que indica el nivel de eficiencia de una vivienda en la UE. La letra A es para las viviendas que logran la mayor eficiencia energética. La G, indica una vivienda con muy baja eficiencia.
¿Qué letra de la escala de eficiencia se requerirá en el 2030 para vender o alquilar una vivienda?
Para que una vivienda pueda venderse o alquilarse a partir del 2030, debe tener como mínimo un nivel de eficiencia E, que indica una eficiencia moderada. Es el primer paso, pero no el único. La estrategia prevé avanzar en los requerimientos. La idea de la Comisión Europea es lograr que en el 2050 todas las viviendas en el bloque tengan calificación energética A. El paso siguiente es que todas las viviendas tengan calificación D en el 2033.
¿Qué pasará con las viviendas que no cumplan con ese requisito? No podrán ser alquiladas ni vendidas legalmente, así como están. Y se prevén severas sanciones para quienes intenten evadir la legalidad. Pero el propietario puede optar por mejorar la calificación energética, con medidas que logren mayor eficiencia en el uso de la energía.
¿Cómo se puede mejorar la eficiencia energética de un piso?
No todo está perdido, al contrario, hay mucho por hacer. Y cuando antes se empiece antes se termina. Para el 2030 faltan poco más de 4 años, en los que pueden planearse los ajustes necesarios para cumplir con la normativa sin problemas. Uno de los puntos de atención es reducir la necesidad de energía de la red y usar energías renovables, por lo menos en algunos sectores de la vivienda. Los paneles solares son muy útiles.
El aislamiento térmico en paredes, techos y suelos hace que se pierda menos calor en invierno y evita el calentamiento en verano. Las ventanas de doble o triple vidrio también tienden a este fin. Renovar el sistema de climatización de la vivienda tendrá un gran impacto en la eficiencia. Es necesario optar por sistemas como las bombas de calor o aprovechar la energía generada por los paneles solares térmicos.
Los automatismos en el encendido y apagado de los aparatos eléctricos contribuyen a la economía energética. Esto se consigue con sistemas inteligentes, como termostatos y células de detección de movimiento que racionalizan el encendido y apagado de luces, así como climatizadores del hogar.
El equipamiento de electrodomésticos también es importante. Los de clase A o superiores consumen menos. Y la iluminación LED ayuda.
Todo pasa por gastos económicos
Es una afirmación que se escucha en boca de todos los afectados con esta medida de la UE. Es cierto, para lograr la certificación energética necesaria para vender o alquilar una vivienda a partir del 2030 se requiere de una gran inversión.
Sin embargo, hay que pensarla como una inversión en la vida, en el bienestar de los seres humanos. Después de todo a eso apuntan los objetivos de sostenibilidad de la UE.
