Permítanme hacer una aclaración sobre la información publicada el día 30 de marzo en este periódico.
El titular del pie de foto que daba la información era “Representación teatral en el Vía Crucis del Cristo del Mercado”. Y a continuación se detallaba el título de dos escenas que se representaron en las escaleras de la ermita y la declamación de poesías –en realidad un soneto- de nuestro querido Domiciano Monjas. Lo que me ha movido a escribir no es que se haga mención a esto, sino que al lector le pueda quedar la impresión de que en eso consistió el Vía Crucis.
En realidad el Vía Crucis fue, desde mi punto de vista, por otra parte interesado, una liturgia perfectamente sincronizada de oración y reflexión siguiendo el camino de la cruz con Jesús. Parroquia y Cofradía colaboraron para que la imagen del Cristo, a hombros de un grupo de cargadores, recorriera las catorce estaciones que se habían colocado en la plaza. Entre oración y meditación, el coro de la Unidad Pastoral Cristo-Sta. Teresa y la banda de tambores y dulzainas de la Cofradía hacían resonar sus cantos y sus melodías en un ambiente de silencio y recogimiento.
Durante cincuenta minutos, la Plaza del Cristo –en realidad sigue siendo la calle José Zorrilla 125- se llenó de gente que oraba y meditaba sobre lo sucedido hace dos mil años en Jerusalén pero que cobra actualidad en la gente que sufre por diversas circunstancias de la vida.
Este Vía Crucis lo celebramos tradicionalmente el último día del Triduo dedicado al Cristo del Mercado en su propia ermita. Es admirable la devoción con la que gente del barrio acude y es expresión de esa misteriosa religiosidad popular que en estos días de Semana Santa se hace tan visible.
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(*) Párroco del Cristo del Mercado.