Los vecinos de Abades acudieron ayer, de forma masiva, al acto convocado por su Ayuntamiento para condenar el asesinato de una hija del pueblo, Rosa María de Andrés, de 48 años de edad, desaparecida a primeros de septiembre y cuyo cadáver fue descubierto casi dos meses después por un pastor en un paraje del término municipal de Lastras del Pozo.
Los paisanos de Rosa María quisieron brindar un sencillo y póstumo homenaje a la fallecida. El vecindario se plantó en la Plaza Mayor poco antes de las 11,30 horas, la hora prevista del acto. Ante la fachada del Ayuntamiento se colocaron los padres de la víctima, Tomás y Ángela, visiblemente emocionados, y los dos hermanos de Rosa María, Ángel Tomás y Juan Carlos.
Fue una concentración muy sobria. No hubo ni una sola pancarta. Y nadie alzó la voz contra los asesinos de Rosa María. Sin embargo, con su silencio elocuente, el pueblo de Abades denunció el crimen que ha conmocionado a toda la provincia de Segovia.
En un ambiente propio de un duelo, la alcaldesa de Abades, Magdalena Rodríguez, tomó la palabra para leer un comunicado de repulsa al asesinato. De inicio, indicó que el motivo del acto era el de manifestar pública y solemnemente “nuestra más enérgica condena” por el crimen.
Seguidamente, reconoció que cuando los vecinos se enteran por los medios de comunicación de hechos luctuosos similares, lo ven “como algo lejano” y que “nunca puede pasar en el entorno de un pueblo como el nuestro”. Por eso mismo, confesó que la comunidad ha vivido “con angustia” la desaparición de Rosa María y el “terrible desenlace”. Hablando en nombre de todo el pueblo, Rodríguez dijo que “hemos sentido como propio el dolor de una familia a la que unos desalmados han privado de su hija”. Por ello, la alcaldesa aseguró que los vecinos se solidarizan con los más cercanos a Rosa María, reiterando que “no están solos en este momento”, pues detrás de ellos se encuentra “todo su pueblo”.
Además, Rodríguez añadió que Abades, “unido en una sola voz”, reclama a las autoridades “diligencia” en la resolución del proceso, “para que los responsables de este asesinato se sienten cuanto antes ante el tribunal y, conforme a las leyes, cumplan su pena íntegramente”.
Para acabar el comunicado, la alcaldesa recurrió a una cita de Cicerón: “La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos”. “Nosotros —concluyó— queremos decir alto y claro que Rosa María estará siempre en nuestra memoria”.
Luego, en representación de la familia, habló el hermano mayor de Rosa María, Ángel Tomás. Sus palabras, breves, denotaban el dolor de una familia destrozada. Agradeció el apoyo recibido de los vecinos de Abades, Espirdo y La Higuera, y también, reconoció el trabajo llevado a cabo por la Guardia Civil. “Sin ellos no se hubiera conseguido nada”, repitió en varias ocasiones. A los implicados en la muerte de Rosa María les dedicó una sola frase, pero contundente: “Pedimos que se haga justicia con esta gentuza”.
Los concentrados guardaron a continuación un par de minutos de silencio. Luego rompieron a aplaudir. Y cuando cesaron los aplausos, la alcaldesa dio por finalizado el acto. Sin embargo, un buen número de vecinos aprovechó la concentración para dar el pésame a los familiares de Rosa María. Así que ante el Ayuntamiento se formó una larga hilera de quienes pretendían abrazar a los más próximos a la víctima.
En el recuerdo de todos estaba Rosa María. Mariano Moreno, alcalde de Lastras del Pozo —pueblo donde apareció el cadáver de la asesinada— anunciaba su intención de organizar allí algún acto “en solidaridad con la familia”. A pocos metros de él, Marcial Moreno revelaba que los quintos del 65 (año en que nació la víctima) tenían prevista una cena pocos días después de la desaparición de Rosa María. Aquella celebración se suspendió. “Íbamos a festejar que todos los quintos del 65 estábamos vivos; ya no va a poder ser, nos falta Rosa María”, declaraba, con gran pesar.
Abades estaba triste, muy triste. La pérdida de Rosa María será una herida que tardará mucho tiempo en cicatrizar, y ante la cual el pueblo solo pide una cosa: justicia.
