En un momento en que las noticias del mundo no son nada halagüeñas y las dificultades globales se reflejan en la mayoría de las producciones cinematográficas, esta 56 Semana Internacional de Cine de Valladolid ha apostado seriamente por películas que dejan traslucir un mensaje positivo, cierto optimismo y confianza en la bondad de muchos seres humanos, películas que incluso en algún caso podríamos calificar de comedias, si no fuera porque en el trasfondo guardan un poso de amargura, ciertos aspectos que apuntan a lo mal que van las cosas en general.
Un buen ejemplo puede ser, precisamente, el de «Hasta la vista», del belga Geoffrey Enthoven, cuyos protagonistas son tres jóvenes minusválidos llenos de vida, que deciden viajar a España, pese a las dificultades que tal aventura entraña debido a su estado físico. Pero la película está cargada de energía positiva y genera bastantes risas. Triunfa el lado humano, la solidaridad, el buen rollo, la buena voluntad para afrontar los pesares de que son víctimas. Y es de suponer que ese buen tono es lo que habrá impulsado al jurado a concederle la Espiga de Oro, que le reconoce como la triunfadora de la Seminci.
Y no me parece mala película, pero entiendo que se han visto mejores en esta 56 edición, cuyo jurado ha optado por repartir infinidad de premios, es de suponer que con la intención de reconocer los méritos de las muchas películas que se lo merecían, como «Las nieves del Kilimanjaro», de Robert Guédiguian, que ha obtenido la Espiga de Plata y que entraba en todas las quinielas. Va muy en la línea discursiva de su director y avanza en su pensamiento reflexivo y humanista al leer la actualidad de las penurias económicas que afectan al mundo. Los personajes vuelven a ser entrañables y su uso del humor como recurso, coloca a la película en ese tono cómico al que nos venimos refiriendo.
Sin embargo, discrepo con que se haya otorgado el Premio Especial del Jurado a la directora y actrices de la película iraní «Circumstance», de Maryam Keshavarz, una supuesta denuncia de las maldades del régimen islámico de Irán, que posterga a las mujeres en el uso de las libertades civiles. No dudo de sus buenas intenciones, pero la película me parece muy mala, casi un torpe videoclip, inapropiado en su forma, maniqueo y contraproducentemente propagandístico en su contenido.
Mucho más académico y profesional resulta el trabajo de la polaca Agnieszka Holland, premiada como mejor director por «In Darkness», la historia de unos judíos del ghetto de Varsovia que sobreviven ocultos en las alcantarillas bajo la protección de un héroe desconocido. Efectivamente está bien realizada dentro de su clasicismo con final feliz.
Curiosamente, el Premio al Mejor Actor, ex aequo, hace justicia a dos de las mejores películas del certamen. «Starbuck», del canadiense Ken Scott, es una radiante comedia, que parte de un gran golpe de efecto y nunca decae en su ritmo, con una fluencia extraordinaria y una altísima dosis de buen humor, sin descuidar el trasfondo que le da sentido. Si por mí fuera, le hubiera dado el premio mayor. Su mérito es indiscutible.
Patrick Huard comparte premio con Brendan Gleeson, quien brinda efectivamente un gran trabajo como protagonista de «The guard», de John Michael McDonagh, una comedia con muchísima retranca que hace gala de un gran sentido del humor y ofrece excelentes detalles de guión muy elaborado. Otra gran película digna de figurar en el palmarés.
El Premio a la Mejor Actriz reconoce la última película del chino Zhang Yimou, «Amor bajo el espino blanco», una historia ambientada en la Revolución Cultural de Mao que deviene en una intensísima historia de amor, un alarde de romanticismo exacerbado, que a veces se pasa de azúcar, llegando a empalagar y rozando así el ridículo en más de una ocasión.
El Premio al Mejor Guión recae sobre Philippe Falardeau, también director de «Monsieur Lazhar», otra gran película canadiense que se merecía ese reconocimiento e incluso otro mayor. Con la educación como punto de discusión, ofrece una historia con mucha miga, yendo al problema de manera suave pero firme, con una excelente realización, muy elegante en su ritmo, con secuencias de gran intensidad emocional y un sutil análisis de la enseñanza de nuestros días.
