Doce nominaciones a los Oscar en ocho películas es el bagaje que presenta la saga de Harry Potter desde que el pequeño mago aterrizase en la gran pantalla allá por el año 2001. Sin embargo, ni una sola estatuilla dorada ha acabado en las vitrinas del Colegio Hogwarts, ni siquiera en el apartado en el que ha sido varias veces favorita: el de mejores efectos visuales. Este año opta con el final de la historia: Harry Potter y las reliquias de la muerte. Parte II. También en maquillaje…
Uno de sus rivales en esa lucha encarnizada por el galardón comparte también todo un mundo mágico, aunque en su versión más colorista. Se trata de La invención de Hugo, dirigida por Martin Scorsese y que aspira al premio con un mundo lleno de luz, ilusión y optimismo que, por su amabilidad en la imagen y el tratamiento real de las escenas, es una de las grandes favorita. Además, no se debe olvidar el exquisito tratamiento del 3-D que el realizador ha conseguido en su primera incursión en esta modalidad de proyección.
Junto a los magos, otra batalla titánica se librará en el Kodak Theatre entre robots. Se miden por un lado los androides pugilísticos de Acero puro, con Shawn Levy al frente, con los de Transformers 3: El lado oscuro de la luna, dirigida por Michael Bay, que se pondrá al frente también de la cuarta película de la saga prevista para 2014. Aunque tengan una presencia ambas muy similar, la primera muestra un lado intimista de los humanoides, mientras que en la segunda lucen más los efectos visuales. Teniendo en cuenta que a los Transformers también se les ha escapado la estatuilla en ediciones anteriores, este año se puede decir que es una muy firme candidata.
La última nominada es El origen del planeta de los simios, de Rupert Wyatt, cuyos efectos visuales solo se centran en la figura de Cesar y su interpretación del eterno renderizado Andy Serkis (ha sido Gollum, King Kong y el Capitán Haddock), pero que tiene méritos suficientes para ganar.
En definitiva, los claros favoritos parecen Hugo y Transformers, si bien, no está de más recordar que a la Academia no le suele seducir la pirotecnia.
