El Real Sitio de San Ildefonso ha alcanzado su máxima plenitud, el inicio de una nueva época destinada a los encuentros internacionales, desde que su Ayuntamiento decidió destinar a uso público los dos edificios más emblemáticos, entonces en ruina, que ahora son gestionados por Paradores, la Casa de Infantes y el Cuartel de Guardia de Corps, posiblemente condenados a haber sido bloques de apartamentos.
Este es uno de los contrastes que provoca la primera reunión de la Presidencia española de la UE, la convivencia sin estridencias entre elementos a los que les diferencian cerca de cuatrocientos años.
Por ejemplo, por los huecos de las paredes de viejos inmuebles destinados a la Corona, cuyos moradores utilizaban para evacuar, suben y bajan ahora modernos ascensores, mientras que las pantallas de plasma conviven con paredes de ladrillo cocido o con cómodas camas con doseles en lujosas habitaciones.
Si alguien muestra la evolución de toda una época, próxima ya a los 200 años, es la Guardia Civil, cuyos agentes lucen sus antiguas galas sobre caballos, para escoltar a los ministros de la UE, mientras la caravana es seguida desde el aire con cámaras, que transmiten la señal vía satélite al centro de coordinación, donde también trabajan representantes del Cuerpo Nacional de Policía y de la Policía Local de Segovia. Allí llega hasta el último detalle de lo que ocurre en kilómetros a la redonda.
Los agentes de élite y los de intervención inmediata, con el material más moderno, se emplean a fondo para que no haya ningún fallo en materia de seguridad, incluso con un sistema de cámaras, infrarrojos incluidos, que abarca todo el perímetro del inmueble en el que se celebran los encuentros, controlado desde una furgoneta.
Al primer encuentro organizado por la responsabilidad española ante la UE no se le puede escapar detalle, no en vano es de ministros relacionados con Europa, para ir fijando posiciones ante toda la Presidencia, como reconocía el secretario de Estado, Diego López Garrido. Y menos en seguridad y con el nivel 2 de alerta antiterrorista, por lo que hay personas, tanto del Real Sitio como de la capital, que ya comienzan a incomodarse con tanta presencia policial, aunque terminen entendiéndolo.
A lo tratado, las decenas de periodistas acreditados –también objeto de observación por los agentes de escolta- pueden acceder poco, salvo los “briefing” de López Garrido, alguna declaración suelta y las fotos de familia para los gráficos. Con tanto tiempo muerto, hasta aprovechan para consultar su página de Facebook o charlar por teléfono, porque fuera hace frío y llueve y, quizá, si se sale, puede haber dificultades para volver a entrar. Por seguridad.
