¿A quién votar el próximo domingo en las elecciones autonómicas de Castilla y León?, es la preguntan que se hacen muchos ciudadanos. Son dudas que surgen en todas las elecciones, tanto si son nacionales, municipales o en este caso autonómicas. En mi modesta opinión considero que esto surge por la falta de confianza que actualmente se tiene en la política y sus representantes, que tienden a manipular en las campañas electorales a los votantes con sus mensajes de márquetin, sus sobreactuaciones y atractivos programas de dudosa realización. Todo ello unido a unos potentes lemas propagandísticos, una ‘idea fuerza’ y el ataque a las propuestas del contrario.
Lo primero que deberíamos plantearnos es ¿por qué nos dejamos engatusar por los políticos? Quizás el primer motivo sea porque somos esclavos de lo que nos gusta escuchar, en lugar de serlo de la evidencia. Votamos principalmente por razones emocionales, símbolos y retórica, en lugar de hacerlo sacando la calculadora y exigiendo resultados. La mayoría prefiere suscribirse al negocio del milagro que nos ofrece el oro y el moro. Está claro que es de más fácil digestión cualquier canto de sirena que razonar.
La experiencia nos dice que una afirmación no se hace en política en razón de que sea verdad, sino porque en ese momento sea conveniente hacerla. Es comprensible que algunas cuestiones que se prometen en campaña electoral, al llegar el momento de afrontarlas la realidad les obligue a hacer ciertas modificaciones o ajustes. Siempre que no sean sustanciales es asumible. Lo que no es soportable es que en campaña digan que hay algo que nunca harían y darnos cuenta de que aquello que negaban una y otra vez estaba prácticamente hecho. También que prometan algo que está claramente en sus manos y luego cuando están en el poder no lo efectúen.
Al no existir ningún sistema para obligar al político a que cumpla sus promesas, verdaderamente se arriesga poco al hacerlas. Dado que en casi todas las encuestas sobre la valoración de profesiones, los políticos se encuentran de los últimos de ranking, no les importa perder un prestigio del que carecen.
Otro factor a tener en cuenta en las elecciones es que el ciudadano medio no suele conocer lo suficiente los entresijos de la política y de la economía, por lo que tiende a votar por otros motivos, como por ejemplo el hartazgo hacia el gobierno que ha estado en el poder hasta las nuevas elecciones, o por las promesas de becas, subsidios, etc. También puede ser que lo haga por costumbre o simpatía, sin importarle que lo que el candidato en cuestión propone es algo inviable. Luego, como es natural, existe la parte de la población que entiende mejor los temas y sí considera para votar las propuestas de los candidatos, la posibilidad de éstas y si son congruentes. Por ejemplo, no puedes prometer eliminar la corrupción y aumentar el tamaño del Estado a la vez.
Ante la pregunta de a quién votar el próximo 13 de febrero, mi recomendación es que revisen lo que han hecho esos a los que quieren votar. ¿Ha sido bueno para el pueblo? ¿Se ha sentido engañado alguna vez? ¿Le han sorprendido alguna vez gratamente? ¿Admira a alguien de verdad? Sinceridad y reflexión y actuar por resultados.
Todos los ciudadanos tenemos la obligación y el deber moral de votar, de votar en conciencia y libertad, buscando lo que nos parece conforme al juicio que nos hayamos hecho con discernimiento y bien fundado sobre qué es lo más adecuado para el bien común, inseparable de los derechos humanos fundamentales, de lo que reclama de todo ciudadano la Constitución española, y conforme a principios éticos que debamos tener en cuenta en una sana democracia.
La respuesta filosófica es porque es el deber básico de un ciudadano en una sociedad auto-gobernada. Probablemente el principio fundacional de nuestro sistema de gobierno es, como dijo Lincoln, que es “del pueblo, por el pueblo, para el pueblo”. Si usted cree que este es un buen principio para el gobierno, entonces debería votar en cada elección por un sentido de deber hacia ese principio. Como dijo Jim Wright, “Si quieres un mejor país, sé un mejor ciudadano”. Eso comienza con la votación.
