La Gimnástica Segoviana perdió este domingo su primer partido con Ramsés Gil como entrenador por intentar ganarlo. La derrota de la ambición, pues el técnico fue fiel a su mensaje: no valen los empates, cada partido es ganar o morir. Con el duelo en tablas a cuarto de hora para el final, Cidoncha tuvo el 2-1 en un tiro franco tras una buena acción de Szymanowski. El disparo, algo centrado, se encontró con el portero; segundos después, Álex empujaba sobre la línea de gol segoviana un balón que entraba llorando y ponía el 1-2. El punto de inflexión del nuevo técnico, vencedor en sus dos primeras jornadas, está ahora a examen, con su equipo de nuevo en descenso.
La Segoviana de Ramsés ya es capaz de salir con buen tono a los partidos sin necesidad de aplicar la rabia, la intensidad desmedida. Todo partido, ese combate de 90 minutos, se compone de pequeños asaltos y el primero lo libró Rafa Llorente. Lo hizo porque los ataques del Leganés B pusieron a prueba sus prestaciones defensivas; el canterano del Real Madrid estuvo a la altura y resistió los primeros intentos de desborde del carrilero izquierdo.
El Leganés B, como buen filial de un equipo de fútbol profesional, asegura una apuesta valiente. Salió con línea de cinco atrás, cimentada en dos laterales de amplio recorrido, y presionó la salida de balón de la Segoviana con líneas adelantadas. El cuadro azulgrana tardó unos minutos en interpretar lo que tenía delante, pero tardó en encadenar las primeras posesiones largas. Era un reto para el filial madrileño: si quería el balón, debía arriesgar más para recuperarlo.
En esas llegó el primer gol. El foco estaba en Llorente, cuya velocidad ponía siempre a prueba el repliegue, habitualmente rápido, de los defensores blanquiazules. Pero ese débil equilibrio de una defensa tan adelantada puede romperse ante un pase sobresaliente. Justo es lo que hizo Manu, asistiendo con un balón bombeado a la carrera de Llorente por la derecha; el receptor hizo un ejercicio de madurez, acompasando su carrera a la circulación y batiendo al portero con un tiro solvente al palo largo. Se cumplía el primer cuarto de hora y la nueva Segoviana repetía la recomendable rutina de golpear primero.
El Leganés no encontró una marcha más tras el gol y la Segoviana, muy sólida, no permitió florituras, más allá de los nervios de una segundo jugada tras uno de los córners visitantes, que se encontraron con una sólida réplica de Carmona. El partido no tenía mucho tráfico en las áreas –buena noticia para el equipo que va ganando- y si alguien se acercó a la red fue la Segoviana, con una falta escorada de Dani Arribas y un tiro de Borao desde el balcón del área: una de las exigencias de Manu González antes de su cese era precisamente esa, tirar más.
El mínimo común múltiplo que exige su sucesor es la intensidad. Ramsés es todo compromiso y exige la misma moneda, un acuerdo que ha firmado desde el minuto uno Sergio Nanclares, que ha sentado a Adeva, el gran pilar del año pasado que todavía le queda al nuevo técnico por recuperar. Nanclares cortó contundente una contra optimista del Leganés B, esas pequeñas cosas que valen puntos; no es mérito menor que el delantero llamado a golear se haya reinventado en un fontanero luchador cuya causa es el colectivo. Él, un fichaje de González que años atrás también persiguió Ramsés.
El partido llegó al descanso sin dramas reseñables y volvió de él con un tiro seco de Arribas que salvó Sergio Valero ante la atenta mirada de Borrego por si el meta salía con los guantes fríos. Minutos después tuvo que repeler el tiro del salmantino, que caracoleó en el balcón del área hasta que soltó el latigazo; Conde embocó el rechace, pero estaba en fuera de juego. Con más espacios que en la primera parte, los dos diablos de la línea ofensiva empezaban a desprender azufre.
Pero el marcador era el que era y el cántaro estaba a una grieta de romperse. Lo intentó Ofoli Quaye con un testarazo tras una buena acción de Sergio Camacho, obligando a Carmona a su primera estirada de la tarde. Acto seguido llegó la segunda, esta vez estéril. El colegiado no tuvo dudas a la hora de señalar una mano de Rui dentro del área como penalti, una decisión que no enfrentó demasiadas protestas. David transformó la pena máxima con un tiro raso a la izquierda; el portero adivinó las intenciones, pero no pudo tocar esférico. Empate traicionero, esos goles que no se ven venir.
El gol impactó a la Segoviana, que necesitaba una marcha más para llevarse los tres puntos. Ramsés agradeció el papel vital de los aficionados para sostener el triunfo ante el Compostela y esos 1.602 aficionados que ayer respondieron a la campaña promocional con la mejor entrada liguera del curso asistieron a un final amargo. La salida de Szymanowski, que llegó a jugar en Primera con el Leganés, dio vitaminas a las camisetas azulgranas. La calidad de un jugador así no envejece; suyo fue el mejor centro de la tarde, un envío tan perfecto que no acabó de perseguirlo con fe Borrego, tarde en la cita con el remate.
Llegó el epílogo y Ramsés apostó fuerte. Cuando metió a De la Mata lo hizo por Manu, el arquitecto, y mantuvo a Conde, habitualmente relevado por González en el tramo final. En esas, llegó el gol y Manu no estaba para frenar la contra, la consecuencia de querer ganar. Por detrás en el marcador, no tuvo réplica la Segoviana, una frustración que evidenció Javi Marcos con una entrada que valió la roja directa antes de que Cidoncha, cuarto de hora después de tener la victoria en sus botas, marcara en propia y cerrara la cuenta.
