Ha obrado la casualidad, y en el 30 aniversario del Gil de Biedma se ha alzado con el premio una mujer latinoamericana. Buena manera de reivindicar la diversidad, aunque sea producto de un premio con un jurado tan versado y competente como es el que convoca la Diputación de Segovia. Hace dieciocho años que una mujer no se hace con el galardón, lo cual parece, y lo es, mucho teniendo en cuenta lo sobrada que va la poesía española actual de buenas escritoras. Clara Janés lo hizo con un libro de poesía de difícil sencillez, que es lo mismo que decir entre la pureza en lo expresivo y la emoción contenida en lo que se expresa.
La vencedora de este año es Gioconda Belli, y aunque, como es obvio, no conozco el libro, me parece que sus presupuestos poéticos distan de la desnudez y el aroma oriental de la Janés. Confieso que de esta autora solo he leído dos obras, una de narrativa y la otra de poesía. Fuego soy, apartado y espada puesta de lejos ganó el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía. Destaco de ese libro su manera personal de decir el verso, el intento de acercarse a la expresión de una sensualidad femenina con distintas voces. Por los poemas que he conocido después, no creo que haya cambiado mucho en su poética. No deja indiferente la obra de Belli; sea como fuere, todo indica que el Gil de Biedma ha escogido este año otros derroteros en su ganador que los que siguió la convocatoria pasada cuando J.A. Iglesias se hizo con el premio con Jardín Gulbenkian. Hay que decir que los ganadores de las dos últimas ediciones lo han hecho con libros excepcionales, tanto el mencionado de Iglesias como el de Jaime Siles. Ambos poetas eligieron el trasfondo clásico, algo que, todo indica, se cambia en esta ocasión por una poeta digamos más existencial según se desprende del título de la obra ganadora El pez rojo que nada en el pecho, cien por cien Belli.
La otra obra que leí, decía, fue su novela El intenso calor de la luna que, confieso, no me enganchó, y ni siquiera llegué a entender. Esta tarde lo he rescatado y sigo teniendo la misma impresión. Quizá porque no me gustan los culebrones, ni en prosa ni en verso. En todo caso, nos encontramos ante una escritora cuyos premios la avalan. Ganar un Biblioteca Breve no es cualquier cosa.
No anda tampoco manco de premios el veterano poeta Jesús Aguilar Marina, que ha obtenido uno de los dos accésits con que cuenta esta trigésima edición. Me ha llamado, en cambio, la atención la presencia entre los premiados de David Refoyo, uno de esos poetas que no tienen de normal cabida en las ediciones comerciales. Elena Medel, poeta y editora con un especial sentido del olfato para los poetas interesantes, le ha publicado parte de su obra en su editorial La Bella Varsovia, de las más atractivas del actual panorama junto con la segoviana La uÑa RoTa. Elena era una de las invitadas el pasado 3 de octubre por Carlos Rod a los interesantes encuentros programados en la Biblioteca Pública de Segovia. El día 27 tiene vuelve con un estupendo plantel para los amantes de la poesía hecha por mujeres. O simplemente de la poesía.
A.G.P.
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