Segovia lleva décadas sin saborear el baloncesto de élite. Atrás quedaron los tiempos en los que soñar con un equipo en la élite no parecía una quimera. Sin embargo, en medio de esa sequía, hay brotes verdes que merecen ser destacados. El trabajo de cantera del CD Base es encomiable, formando generaciones de jugadores y jugadoras que mantienen viva la llama del baloncesto en la provincia. Y no menos meritoria es la proyección del conjunto del Cochinillo segoviano, que con esfuerzo y pasión sigue creciendo.
Gracias a la iniciativa del Ayuntamiento de Segovia, el pabellón Pedro Delgado ha vuelto a vibrar con el mejor baloncesto. Primero, con el torneo preolímpico que trajo a la selección española femenina en su preparación para los Juegos de París. Después, con un amistoso de altura entre el Real Madrid y el Casademont Zaragoza. Dos eventos que llenaron las gradas y demostraron que en Segovia hay hambre de baloncesto.
Es cierto que se trata de esfuerzos puntuales, sin garantía de continuidad ni de que algún equipo local alcance pronto la élite. Pero han servido para algo igual de importante: recordar que la afición sigue ahí, esperando su momento. Segovia se merece volver a tener baloncesto de alto nivel. Mientras tanto, a falta de pan… buenas son estas alegrías.
