Hace ya unos cuantos años, cuando el Apartheid parecía aún firme en Sudáfrica, el arzobispo anglicano Desmond Tutu lanzó un mensaje muy claro al que por aquel entonces era el presidente, Willem Leclerc: «Señor Leclerc, nosotros ganaremos… Señor Leclerc, únase a nosotros». Hoy, este mediático religioso comprometido políticamente, una de las 18 personalidades que apoya la Alianza de Civilizaciones, Premio Nobel de la Paz 1984, e integrado en grupos antisemitas, será una de las estrellas invitadas -junto a Koffi Annan, exsecretario general de la ONU y el exlíder del Sinn Feinn Gerry Adams- hoy en la Conferencia Internacional de la Paz, que Lokarri, una asociación que busca la resolución del conflicto vasco -nótese la terminología batasuna, que burla la correcta, la de lucha antiterrorista-, ha organizado junto a otros grupos internacionales que actúan como mediadores y observadores.
En este encuentro ha creado una enorme polémica que el PSE-EE, con su presidente a la cabeza, Txus Eguiguren, participe, por mucho que el Ejecutivo vasco se haya querido desmarcar de él, lo que es, a todas luces, surrealista; y por mucho que el Gabinete Zapatero y el propio candidato Rubalcaba le hayan dado su bendición de una forma algo pasiva.
Como puro reclamo mediático, acompaña al dirigente progresista el alcalde de Ermua, Carlos Totorika, que alcanzó gran popularidad a raíz del secuestro y posterior asesinato del concejal del PP Miguel Ángel Blanco, pero que en los últimos años vivía en el más absoluto ostracismo político, lo cual resulta sumamente revelador de la estrategia seguida por el PSE-EE con la aquiescencia de Ferraz.
Desde las filas populares -y UPyD- se ha rechazado de plano acudir a esta cita en San Sebastián, donde gobierna Bildu, ya que consideran que es una auténtica «farsa» que viene dirigida desde el mismo entorno radical, que sigue recibiendo órdenes de ETA.
Llama también la atención que las palabras vencedores y vencidos han originado un debate, entre dialéctico, semántico y político, desde hace semanas. Así, el aspirante socialista a relevar a Zapatero en el poder afirmó hace apenas siete días, que esa expresión estaba fuera de lugar en el momento presente, cuando, en su etapa como ministro del Interior, siempre habló de victoria y de derrota al referirse a los etarras y su hipotético final.
Mientras, los abertzales no se cansaban de repetir que no debía haber diferenciación alguna. De hecho, algunos de los participantes en esta cita -que realmente comenzó el pasado sábado, calentando motores para hoy- convocada por Lokarri, y auspiciada por diversos organismos de resolución de conflictos, indicaron que los presos etarras sufren «mucho» y que una amnistía era obligada.
Todos ganan
Pero el colmo de la desfachatez lo puso ayer el que fuera uno de los hombres de confianza del exprimer ministro británico Tony Blair cuando éste logró la paz en Irlanda del Norte, Jonathan Powell, cuyo padre fue asesinado por el IRA: «Todos tienen que sentirse ganadores al final de una negociación para solucionar un conflicto, es la única manera de que la paz sea exitosa». Tras defender el diálogo como herramienta para solucionar enfrentamientos, recordó que «no hay conflicto en el mundo que no pueda ser resuelto».
Hoy se presentarán las conclusiones obtenidas, en un epílogo que herirá sensibilidades. No obstante, la idea que ronda en los partidos, en los agentes sociales, en los medios, e incluso en la ciudadanía, es que ETA anunciará su fin pocos días después de la cita, condicionándola de modo absoluto.