El Consejo Europeo de Bruselas, que debía pactar los presupuestos de la Unión Europea (UE) para el período 2014-2020, concluyó ayer en fracaso debido a las fuertes divergencias entre los socios sobre las prioridades de gasto para el bloque, que pusieron en evidencia las profundas divisiones entre la Europa del norte y la del sur, principal receptora de ayudas comunitarias.
En un intento por minimizar el resultado, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, restó importancia al profundo desacuerdo que exhibieron los líderes europeos y sachó pecho, tras asegurar que España sale «con unas condiciones mejores que con las que entró» a las negociaciones el pasado jueves.
También la canciller alemana, Angela Merkel, quitó hierro al hecho de que en dos días de arduas negociaciones no se llegara a un acuerdo. «No es ningún drama. Si necesitamos una segunda ronda de conversaciones tenemos tiempo», comentó.
Rajoy se mostró «razonablemente satisfecho» tras la última propuesta del presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, que entre otros puntos, ofreció a Madrid un fondo de casi 2.800 millones de euros para política agrícola y regional, dos partidas que verán disminuidos gradualmente sus recursos a partir del año 2014.
Para contentar a España, el belga ofreció la pasada madrugada ese «cheque» para las regiones españolas que comenzarán a perder gradualmente recursos de la UE (a partir de las próximas Perspectivas Financieras, entre ellas Galicia, Castilla-La Mancha o Andalucía.
Van Rompuy, que posiblemente convocará otra cumbre para febrero de 2013, propuso un recorte de 80.000 millones de euros al borrador inicial de la Comisión Europea, que prevé un presupuesto de algo más de un billón de euros, pero tampoco contentó a Londres, paladín del euroescepticismo, que apuesta por duras rebajas a los gastos, especialmente en la Administración de la UE, la «burocracia de Bruselas», tantas veces criticada por la isla, cuyos cerca de 40.000 funcionarios se llevan un 5% de la tarta presupuestaria.
Asimismo, Rajoy destacó el «espíritu constructivo» exhibido por todos en la cumbre. «No llegar a un acuerdo a la primera ronda es lo previsible, lo habitual es que se requiera una segunda», subrayó.
«Esto se inscribe dentro de la previsibilidad», comentó el líder popular en referencia a que, en la historia comunitaria, los acuerdos sobre el presupuesto nunca fueron sencillos. En ese sentido, recordó las cumbres europeas de 1999 y 2005, cuando también fue tarea hercúlea concretar los presupuestos plurianuales del bloque.
Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, defendió como «la mejor» la propuesta de Bruselas, pero los socios contribuyentes netos (que aportan más de lo que reciben de la UE), especialmente Alemania, pero sobre todo el Reino Unido, exigen más austeridad y recortes en tiempos de crisis.
Asimismo, el primer ministro británico, David Cameron, consideró que un recorte de 80.000 millones de euros era insuficiente. El Reino Unido, Suecia y Holanda abogan por aplicar la tijera hasta al menos entre 50.000 y 70.000 millones más, mientras que Alemania, en un punto intermedio, quiere cortar 30.000 millones.
La cita de Bruselas estuvo marcada por la formación -de hecho- de dos grupos: los países del norte, con Berlín a la cabeza, que reclaman más austeridad, y el sur y el este, que no quieren perder en los próximos presupuestos las cuantiosas ayudas de Bruselas, en fondos de cohesión (para acercar el nivel de renta del sur y el norte) o a los agricultores, provenientes de la PAC, de la cual París y Madrid son las grandes beneficiadas.
