Esther Madudu fue una bebé prematura. Pesó 900 gramos al nacer y vive gracias a una matrona tradicional. Quizá por eso decidió dedicarse a ayudar a otras mujeres en el parto y actualmente es la matrona del centro de salud de Atirir (Uganda), en el distrito de Soroti. Confiesa una auténtica pasión por las madres.
Madudu está en Europa para apoyar la campaña ‘Stand up for african mothers’ (levántate por las madres africanas), de la ong AMREF. Ayer la presentó en el Palacio de Mansilla, invitada por la delegada de la organización en Segovia, Nélida Cano y acompañada por Patricia Falcón, representante de AMREF en España. Ella es la única matrona en un área que se extiende en un radio de 10 kilómetros en torno al centro de salud, con una población de casi 33.000 habitantes. donde atiende una media de cinco partos diarios.
La campaña tiene por finalidad capacitar a 15.000 matronas de aquí a 2015 para reducir la mortalidad materna un 25% en las zonas de intervención de la ong en el África Subsahariana. Falcón relató que 200.000 madres mueren cada año en esta parte del continente negro por falta de cuidados especializados y un millón y medio de niños quedan huérfanos. Mientras en el mundo occidental una de cada 20.000 mujeres fallece durante el embarazo o en el parto, en África la cifra es de una de cada 16. Se calcula que cada dos minutos muere una parturienta.
Madudu ha visitado recientemente una de las grandes maternidades europeas, en París, y ayer contaba que cuando vio los recursos con los que cuenta el centro francés se le saltaban las lágrimas por la abismal desigualdad existente con su comunidad africana.
Relató que en su centro de salud tienen un sólo médico y un quirófano, equipado por AMREF, pero carecen de anestesista para atender una cesárea, por ejemplo; que para asistir algunos partos por la noche tiene que ayudarse con la luz del teléfono móvil o que el agua corriente es una quimera. Habló también de la distancia que tienen que recorrer a pie algunas embarazadas cuando llega el momento del parto. Contó la historia de una mujer que caminó ocho kilómetros para llegar al centro de salud pero tuvo que pararse antes porque el niño no esperaba. Madudu fue en bicicleta hasta el lugar donde se encontraba y llegó justo a tiempo de evitar que el bebé muriera ahogado, ya que la madre estaba agachada al borde de una laguna. También la pobreza extrema causó la muerte de otra mujer, ya que la familia no tenía recursos para costear la ambulancia (tienen que pagar la gasolina) y, a solo cinco kilómetros del centro de salud, murió de un parto complicado.
AMREF, que ha anunciado la candidatura de Madudu al Nobel de la Paz en 2015, como símbolo de las anónimas matronas africanas, está recogiendo firmas a través de la página web www.standupforafricanmothers.org.
