El Olympiacos se coronó de forma espectacular como nuevo campeón de la Euroliga tras firmar una increíble remontada e imponerse por 61-62 ante el CSKA de Moscú ruso, el gran favorito, y que pecó de relajación cuando había sido muy superior todo el partido.
El conjunto moscovita, repleto de figuras, dominó con total contundencia la final de Estambul y el electrónico reflejaba un 53-34 que hacían pensar que el título sería para el gran proyecto del CSKA, pero entonces los de Dusko Ivanovic reaccionaron, firmando un 8-26 demoledor.
A los de Jonas Kazlauskas les entró el miedo cuando tenían todo a su favor. Fueron incapaces de frenar la remontada de los de Dusan Ivkovic, pero, a falta de menos de diez segundos, con 61-60 tuvieron posesión. Olympiacos hizo falta y un hombre habitualmente seguro como el lituano Siskauskas falló los dos dando vida a su rival. Spanoulis acaparó la atención y el base encontró el pase correcto a Printezis, cuya ‘bombita’ acabó con el ‘gigante’ ruso.
Los dos equipos apelaron por la defensa y el aro se les hizo pequeño a ambos. El bloque eslavo continuó apostando por la dureza defensiva, y encontró en el acierto de Teodosic la llave para poner rumbo hacia el título.
El base serbio encadenó tres triples consecutivos para poner a los suyos 25-13 arriba, y a partir de entonces, el Olympiacos no acertó la forma de enjugar la diferencia, que al descanso era clara a favor del favorito (34-20).
El guión no cambió demasiado en la reanudación y con el equipo de El Pireo ‘tocado’, el CSKA comenzó a saborear la final, pero antes de tiempo. Su ventaja se disparó hacia rozar la veintena de puntos (53-34), pero ahí se la apagó la luz, quizás en un exceso de soberbia.
Los de Dusan Ivkovic decidieron no rendirse y se encontraron en una tesitura que no esperaban. Apretaron los dientes y con un gran Papanikolau (18 puntos) empezaron a devolver la emoción a la gran final, para la algarabía de sus aficionados.
El CSKA no acertó a frenar la remontada rival y se quedó ‘seco’ en anotación. Centró su atención en Spanoulis, y este, poco egoísta, le dio la gloria final a Printezis.
