Los Hermanos Musulmanes, la organización islámica más numerosa del mundo, han alcanzado el poder en Egipto con la victoria de su candidato, Mohamed Mursi, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de la semana pasada. El partido, prohibido durante décadas en el país, hereda el poder de manos del hombre que durante años les impidió comparecer a los comicios como formación política, el derrocado expresidente Hosni Mubarak, quien ahora languidece en el hospital tras su expulsión del cargo en las protestas populares de 2011.
En uno de los primeros comentarios de la organización tras el anuncio del resultado, los Hermanos declararon «el inicio de una nueva era para Egipto y para el mundo árabe» a través de un mensaje publicado en la cuenta oficial de la agrupación en Twitter, donde anunciaron que el nuevo presidente «ya ha comenzado las conversaciones para formar su equipo presidencial y un nuevo Ejecutivo que realmente represente al país tras la revolución».
Mursi, de 60 años de edad, anunció hace unos días que su política se desarrollará en el marco de «una referencia islámica moderada», para devolver la «estabilidad, la justicia y la prosperidad al país» tras un año de caos.
A lo largo de la campaña, el candidato ha entablado numerosos contactos con políticos reformistas, entre ellos los derrotados de la primera vuelta, como Hamdeen Sabahi, uno de los representantes más destacados de la izquierda. Mursi, de hecho, ha llegado a aventurar que su primer ministro no tiene por qué ser necesariamente un islamista y ha dado a entender que incluirá a representantes de minorías como los cristianos coptos entre sus representantes. El nuevo presidente ni siquiera respaldará un código de vestimenta islámico.
Mursi fue declarado ayer como el primer presidente civil de la historia de Egipto al obtener un 51,73 por ciento de los votos en las elecciones. Su rival, el exprimer ministro Ahmed Shafiq, se hizo con un 48,27 por ciento. La tasa de participación alcanzó el 51 por ciento, más alta que la estimada en la primera ronda, que fue del 46.
Decenas de miles de personas congregadas en la plaza Tahrir, en El Cairo, recibieron entre vítores la designación del islamista, anunciada por el presidente de la Comisión de las Elecciones Presidenciales, Faruk Sultan. Nada más conocerse el resultados, los congregados aprovecharon para pedir el fin del dominio de los militares sobre la política, control que asumieron tras el derrocamiento del dictador.
Por su parte, el Consejo de las Fuerzas Armadas aplaudió el resultado y felicitó al vencedor.
