Un ataque de manifestantes islamistas contra el consulado norteamericano en Bengasi causó ayer la muerte de su embajador, Christopher Stevens, así como la de otros tres ciudadanos norteamericanos que circulaban en el convoy que se disponía a repeler la acción. Los disturbios se iniciaron en señal de protesta por una película producida por egipcios coptos residentes en Washington que, a su juicio, insulta al profeta Mahoma. Según el canal Al Arabiya, los radicales dispararon con bazokas contra las instalaciones y prendieron fuego al edificio.
El líder de la Casa Blanca, Barack Obama, condenó inmediatamente el ataque de los islamistas al consulado de su país. «Las víctimas ejemplificaban el compromiso norteamericano con la libertad, la justicia y la cooperación con países y pueblos en todo el mundo, en fuerte contraste con aquellos que se cobraron cruelmente sus vidas», declaró el presidente, quien precisamente ayer conoció una nueva encuesta de intención de voto para las próximas elecciones que le otorga la reelección con el apoyo del 52 por ciento de los ciudadanos.
Tras los ataques, Obama ordenó reforzar la seguridad de todas las embajadas, incluso algunos medios aseguraban que tenía previsto enviar marines expertos en terrorismo a Libia, a la vez que reiteró la oposición de su país a la violencia y prometió justicia.
«Cuando el conflicto se extendió en Libia, Chris fue uno de los primeros norteamericanos sobre el terreno en Bengasi», afirmó por su parte la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton.
Aunque la causa de la muerte del embajador era confusa al cierre de esta edición, varios canales de televisión árabes aseguraron que falleció por asfixia después de que los islamistas lanzasen bombas incendiarias contra el consulado de Bengasi.
El Congreso Nacional libio culpó del ataque a leales al fallecido ex presidente libio Muamar al Gadafi. «Este hecho cobarde es un episodio en el marco de la conspiración contra la revolución del 17 de febrero», apuntó Mohamed al Magariaf durante una rueda de prensa ofrecida en Trípoli, en la que llamó a los libios a unirse para «bloquear los intentos de dañar la seguridad del país».
El rechazo llegó también por parte de la comunidad internacional. Así, el presidente francés, François Hollande, calificó de «horrible crimen» lo ocurrido y mostró su solidaridad con EEUU, mientras el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, apuntó que «semejante violencia nunca está justificada».
SegúnThe Wall Street Journal, el autor de la cinta que provocó los ataques, Sam Bacile, habría recaudado 3,9 millones de euros de un centenar de donantes judíos. A través de las dos horas que dura, Bacile da su opinión de que «el Islam es una religión de odio».
Los 14 minutos del trailer que puede verse en YouTube muestran al profeta Mahoma como un homosexual, corruptor de menores y gánster codicioso y carnicero.
El vídeo promocional de la cinta adquirió relevancia hace unos días al referirse a él Terry Jones, el pastor de Florida que ya desató protestas en Afganistán en marzo de 2011, cuando permitió que se quemara un Corán en su iglesia.
