Inicia hoy su andadura esta 7 Muestra de Cine Europeo Ciudad de Segovia, con la doble proyección de la película más significada del año 2012: «Amour», de Michael Haneke. Difícilmente puede encontrar una película mejor recomendación que la Palma de Oro del Festival de Cannes, que además le llegó acompañada del Gran Premio Fipresci. Y aún le esperan otros muchos. De momento, es la mejor colocada para hacerse con el máximo galardón en los premios europeos y ya vendrán, a su tiempo, toda esa retahíla de premios que distinguen a las mejores producciones del año.
Bien, pues esta 7 edición de MUCES brinda entonces a los segovianos la oportunidad de conocer tan importante producción cinematográfica, pero ojo porque no es una fiesta. El cine de Haneke nunca lo es. Bien lo saben los buenos aficionados que han podido seguir su carrera a través de las programaciones del cineclub de esta ciudad.
En fin, creo que el cine de Haneke es un cine necesario, incisivo, riguroso… y «Amour» es una muestra más de su inteligencia, de su capacidad de reflexión, de su compromiso con los tiempos que vivimos. Además de un interesante ejercicio de estilo, de largos planos-secuencia, prácticamente un único escenario y dos personajes enfrentados a un mal que da mucho miedo y no por la gracia de los efectos especiales, que no tiene, sino, al contrario, por el pedazo de realidad que refleja, un mal que acecha a muchos seres humanos: la vejez, la enfermedad, la proximidad inexorable del dolor y la muerte.
El amor a que hace referencia el título es el que se siguen profesando una pareja de ancianos, espléndidos Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva, pero es evidente que Haneke no pretendía filmar una comedia romántica, sino una película triste, dura, capaz de remover conciencias dormidas.
«Amour» es, sin duda, la cabecera de esta 7 edición de MUCES, pero son muchos los títulos que llegan detrás, tantos que resulta imposible atender más que a una pequeña proporción, los pocos que nos permitan la conjugación de horarios y sedes. Se hace necesaria una, siempre dolorosa, elección. Y tal vez sea demasiado complicada para quienes no estén algo puestos en la materia, por eso quiero hacer algunas leves indicaciones que ayuden un poco a orientarse por la programación.
Hay dos películas que se estrenaron el pasado viernes y que están recibiendo críticas muy positivas. Sobre todo «En la casa», para mí la mejor película de François Ozon y Concha de Oro del pasado Festival de San Sebastián, una auténtica delicia, plena de gracia e ingenio; la otra es «Reality», de Matteo Garrone, el director de «Gomorra», que recibió en Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes.
«¡Hasta la vista!», de Geoffrey Enthoven, se alzó con la Espiga de Oro de la Seminci del 2011, siendo una película tierna y simpática. «César debe morir», de los hermanos Taviani, Oso de Oro del Festival de Berlín, es otra propuesta muy interesante, especialmente aconsejable a los aficionados al teatro, por la interpretación que se hace del texto de Shakespeare.
«Holy Motors», de Leos Carax, acaba de recibir el premio gordo del Festival de Sitges, pero tal vez sea una película algo compleja y no apta para todo tipo de públicos; lo mismo que sucede con «Paradise: Faith», de Ulrich Seidl, Premio Especial del Jurado en el Festival de Venecia, pero que es una especie de parodia que puede herir susceptibilidades.
Nos llegan con muy buenas referencias «Al nacer el día», de Goran Paskaljevic; «The hunt», de Thomas Vinterberg; «Tabú», de Miguel Gomes; «La prueba», de Peter Bergendy; «Laurence Anyways», de Xavier Dolan; «Io sono Li», de Andrea Segre y «Crulic», de Anca Damian.
Hay también títulos más controvertidos, con sus detractores y sus correspondientes defensores, como «Sangre de mi sangre», un melodrama portugués de cierta envergadura para unos, una telenovela para otros. O como «Foxfire», de Laurent Cantet (el de «La clase») o «Road North» de Mika Kaurismaki. De la mayoría de los títulos es difícil opinar, si no se han visto, porque sus avales tampoco dicen mucho, pero también hay programados algunos cuyas referencias son negativas, como «Mariposa de acero» o «Crónicas sexuales de una familia francesa».
Particularmente, he visto «El impostor» y no me gustó nada. Tampoco me convenció, ni a mí ni a muchos que la vieron conmigo, «El muerto y ser feliz», del español Javier Rebollo.
Pues, ¡hala!, a aprovechar la gran oportunidad de ver cine europeo que, otro año más, nos brinda MUCES.
