La guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dio ayer un importante paso al iniciar la liberación de los 10 últimos policías y militares que tenía en su poder desde hace más de 13 años. Una acción anunciada el pasado mes de febrero con la noticia de que se cesaban definitivamente los raptos que han tenido en jaque al país durante cinco décadas.
La operación, que dio comienzo a las 10,30 horas en el país sudamericano (las 17,30 en España), permanecía en marcha al cierre de esta edición, ya que la lluvia retraso el inicio del operativo humanitario, en el que colabora el Gobierno de Brasil.
Pese a que, inicialmente, el grupo terrorista había anunciado una entrega de los rehenes «en dos fases» (una fijada para ayer y la otra para mañana), todo hacía apuntar al inicio de la misión que, finalmente, se pusiese en libertad a los 10 uniformados, un anuncio que causó gran emoción entre sus familiares, que llevan más de una década esperando a sus seres queridos, de los que nunca han recibido una prueba de vida.
Antes de subir al helicóptero, facilitado por el Ejecutivo carioca, la exsenadora Piedad Córdoba, principal mediadora en este proceso, indicó que los secuestrados se encontraban ya «en la zona» acordada para la entrega, un paraje de la selva colombiana.
Córdoba viajó acompañada de Amparo Sánchez, directora de la Casa de la Mujer, de representantes del Comité Internacional de la Cruz Roja y de militares brasileños en un helicóptero Cougar 532UE, que tiene capacidad para una veintena de personas.
Los 10 uniformados -seis policías y cuatro sargentos del Ejército– iban a ser pieza clave en un eventual canje humanitario de secuestrados por guerrilleros presos, propuesta que ha sido rechazada a lo largo de estos años tanto por el actual mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, como por su antecesor, Álvaro Uribe.
El pasado diciembre, las FARC anunciaron la liberación unilateral de seis de los rehenes, pero poco después sorprendieron a los ciudadanos confirmando que su intención es liberarlos a todos, aunque esto no ha significado el cese de las hostilidades contra objetivos civiles y militares.
Finalmente, en febrero confirmaron un cese definitivo de los secuestros, una práctica que mantuvieron durante casi 50 años con fines políticos y económicos, y, para confirmar su intención, anunciaron la puesta en libertad de todos los prisioneros que mantenían ocultos en la selva colombiana.
desde 1998. Luis Arturo Arcia y Luis Alfonso Beltrán, ambos sargentos del Ejército, fueron secuestrados el 3 de marzo de 1998 durante una emboscada de guerrilleros en el municipio de Billar, en el departamento de Caquetá.
El 3 de agosto de ese mismo año, Róbinson Salcedo y Luis Alfredo Moreno, también sargentos, fueron capturados en otro ataque a una base militar en Miraflores. Y tres meses después -el 1 de noviembre- fue apresado César Augusto Lasso, sargento de Policía, durante la toma de Mitú.
El 10 de julio de 1999, fueron detenidos los policías José Libardo, Jorge Trujillo, Jorge Humberto Romero, Carlos José Duarte y Wilson Rojas en la toma de una comisaría en la localidad de Puerto Rico.
Algunas ONG, familiares y medios colombianos incluyen en la lista al agente Luis Hernando Peña Bonilla, secuestrado en la toma de Mitú, en noviembre de 2008. Uno de los uniformados liberados en julio de 2008 durante la llamada Operación Jaque comentó que Peña sufría trastornos mentales, lo que habría sido motivo suficiente para que el ahora fallecido jefe militar de las FARC Mono Jojoy, ordenara su asesinato.
