El Pentágono y el Departamento de Estado norteamericano trabajan ya sobre un escenario sin el presidente de Siria, Bachar al Asad, para dilucidar cómo lidiar con la resultante situación humanitaria y económica, así como con el vacío de poder resultante, según confirmaron fuentes oficiales al diario The New York Times.
En este sentido, Estados Unidos está instaurando nuevos puntos de suministro de alimentos y medicinas en la región, e incluso está estudiando cómo levantar las sanciones económicas impuestas por Washington y Europa contra el país para reimpulsar cuanto antes la económica.
Por otra parte, el departamento dirigido por Hillary Clinton está tratando de convencer a la oposición siria de que evite tomar represalias contra la Policía y las Fuerzas de Seguridad, puesto que ello implicaría un vacío de poder que provocaría el colapso de los servicios públicos y el caos.
«No queremos que disuelvan todas las instituciones», declaró bajo la condición de anonimato un responsable del Gobierno de Estados Unidos. El objetivo de estos planes es evitar el descontrol que siguió en 2003 la caída de Sadam Husein en Irak y que, a ojos de la Casa Blanca, supuso la germinación de células insurgentes.
No en vano, Washington parte de que la caída del presidente sirio provocará un «estallido potencialmente violento e imprevisible» en un país con unas divisiones sectarias aún muy profundas. «Fase uno: se va; fase dos: es la transición post-Al Asad y el inicio de los esfuerzos para la estabilización; fase tres: es totalmente desconocida y cunde un poco más el pánico», afirmó una fuente norteamericana, quien indicó que es precisamente lo que se pretende evitar.
En la misma línea que las tesis de EEUU se mostró el líder del Consejo Nacional Sirio (CNS), el opositor Abdelbasset Seida, quien afirmó ayer que están dispuestos a negociar con las autoridades del Gobierno sirio «que no tengan las manos manchadas de sangre», siempre que antes sea depuesto el presidente.
En el contexto puramente militar, los enfrentamientos entre los soldados regulares y los insurgente continuaron en el barrio de Saladino, en Alepo, donde los carros de combate del régimen siguieron bombardeando este último bastión.
Por su parte, los Comités de Coordinación Local (CCL), organización opositora a Al Asad, denunció la muerte de hasta 145 personas en varios puntos del país, fruto de la última ofensiva lanzada por el Ejército.
Respecto al secuestro el pasado sábado de 48 peregrinos iraníes, los rebeldes del Ejército Libre Sirio asumieron ayer la responsabilidad de la retención de estas persas, porque consideran que no son penitentes, sino integrantes de la Guardia Revolucionaria.
