Aterriza este fin de semana en la cartelera española el filme Una boda de muerte, que repite guionistas, productores y parte del reparto de Un funeral de muerte, una cinta británica que hizo reír a carcajadas a media Europa y que fue objeto de remake por los americanos el año pasado, que vieron cómo su desembarco en el Viejo Continente se convertía en un auténtico fiasco -pasó el estreno directamente al DVD-, dado lo reciente que estaba el original. Y eso que estaba protagonizado por actores de comedia de color con muy buen cartel.
El argumento de la primera entrega prometía una gran película, como así fue. Una familia inglesa prepara el funeral del patriarca. La tensión crece a medida que las antiguas rencillas entre los hijos surgen de nuevo. La aparición de un desconocido que afirma que el difunto ocultaba un pequeño y oscuro secreto -¡y vaya que sí!- solo empeora las cosas, lo que obliga a la familia a tomar medidas drásticas para evitar que la ceremonia se convierta en un desastre total.
En la secuela, David viaja a Australia para casarse con el amor de su vida, en lo que se presume como una boda perfecta. El problema es que no viaja solo: le acompañan sus tres padrinos, tres amigos de lo más imprevisibles que son capaces de desatar el caos allá por donde pasan. Su presencia convertirá el enlace en un perfecto ejemplo de choque de culturas con los familiares de la novia, una más que plausible catástrofe en la que caben drogas, animales y cualquier despropósito imaginable.
Como podemos apreciar, las risas y la muerte se entremezclan, originándose situaciones de puro humor negro, donde los británicos son auténticos maestros.
Ya lo pudimos comprobar hace ya 16 años con Cuatro bodas y un funeral, que narraba cómo Charles y su grupo de amigos, todos solteros y sin compromiso, llegan a una edad en la que sus conocidos han decidido ir contrayendo matrimonio. En una de las ceremonias, el protagonista conoce a Carrie, una americana muy liberal de la que se enamora perdidamente. Tras pasar la noche juntos, la pareja no vuelve a verse. Tendrán que esperar al siguiente enlace, en el que Carrie le presenta a su prometido.
El resto de la historia es mejor que la vean, o mejor dicho, que la vuelvan a degustar, pues pocos son los mortales que no la han visionado. Por cierto, este filme lanzó al estrellato a Hugh Grant, y también a Kristin Scott Thomas, mundialmente conocida por El paciente inglés.
A juicio de los críticos, Un funeral de muerte se inspiraba en la cinta de Mike Newell, que se especializó en comedias románticas tontorronas, como la algo insulsa Notting Hill.
El mismo Grant, Hugh que no Ulises, se unió al reparto de una saga que pide a gritos una tercera parte: El diario de Bridget Jones, de 2001, inspirado en una novela de éxito, que cuenta los avatares de una periodista de tercera que se debate entre el bien (el impoluto y patoso Mark Darcy) y el mal (el golfo de David Cleaver) en las cosas del amor. Los gags están realmente conseguidos, así como el cinismo británico -de antología son las reuniones de cafetería de las locas-, ése que tanta gracia hace a la mayoría de la gente.
Un año más tarde, llega a las pantallas de todo el mundo Quiero ser como Beckham, la historia de Jesminder, una chica de 18 años a la que solo le interesa jugar al fútbol con sus amigos y besar la foto de su ídolo, David Beckham. Un día, mientras está jugando en el parque, Jules se fija en ella y la invita a unirse al equipo feminino local, entrenado por Joe. Tiene ante sus ojos la oportunidad de llevar a su equipo a las finales y disfrutar con lo que realmente le gusta y se le da bien, pero para ello tendrá que convencer a toda su familia y a la comunidad musulmana a la que pertenece. Este filme supuso el descubrimiento de Kheira Knightley, que había hecho de doble de Portman en La guerra de las galaxias. En 2009, Buscando a Eric le da una vuelta de tuerca metiendo al futbolista Eric Cantona como ángel del protagonista.
En 2003, Las chicas del calendario le echan todo el glamour del mundo. Cuando el marido de Annie muere de leucemia, esta y su amiga Chris deciden convencer a algunas de sus maduras vecinas del pequeño pueblo inglés donde viven para recaudar fondos a favor del hospital de la comunidad. Su idea es revolucionaria: un calendario con fotos artísticas de todas ellas haciendo sus labores cotidianas… pero completamente desnudas. Hellen Mirren hace un papelón antes de meterse en la piel de la reina Isabel II de Inglaterra.
Con poca ropa se quedan también en Full Monty (1997), que se inicia con el cierre de la fábrica de acero de Yorkshire, que deja sin trabajo a casi toda la población masculina. Uno de ellos, Gaz, perderá el derecho de ver a su hijo si no consigue dinero para pagar la pensión de sustento familiar a su mujer. Se le ocurre un solución a la desesperada: formar un espectáculo de strip-tease con otro amigos suyos en su misma situación. Robert Carlyle conquistó así a Hollywood, estando de moda durante una buena temporada. Incluso hizo de malo en 007…
Radio encubierta (2009) es también otro ejemplo de cinta inglesa con humor negro, negrísimo. Y es que un barco del amor dedicado a emitir canciones prohibidas siempre da juego.
También Four lions (2010) es una buena muestra, si bien muy radical, pues mete el tema del terrorismo islamista; algo que no es muy políticamente correcto que digamos.
