Descubrí la poesía en el instituto a través de la voz de Amancio Prada y con la contribución de Paquitina, la profesora de música, quien un buen día llegó con su disco de Lelia Doura. Fue una revelación. Hubo compañeros que hasta pidieron un bis; esos versos no parecían de este mundo.
Ayer, Amancio Prada, en vísperas del concierto aniversario que conmemorará hoy los 35 años del estreno en Segovia de su Cántico Espiritual, recordaba que “la poesía nació unida a la música: Trovadores galaico-portugueses, provenzales, mozárabes, el romancero castellano… Y hubo un momento que sí, que la poesía se convirtió en literatura y siguió su camino aparte pero hay una querencia de la una por la otra”.
“Si un poema emociona simplemente leyéndolo, al decirlo en voz alta, al entonarlo, al cantarlo esa emoción es mayor. El canto es la exaltación de la palabra y en mi caso me aficioné a la poesía cantada cuando tenía 17 años y escuché a Paco Ibáñez Andaluces de Jaén y a Serrat los Cantares de Antonio Machado”, añade.
En esa época vivía en Valladolid y leía a Rosalía de Castro: “Tenía cierta morriña por El Bierzo. Lo que decía Rosalía yo lo sentía; y lo decía de tal forma que casi sin querer empecé las primeras canciones”. Corría el año 1969.
Lo del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz vino poco después, en París. Cuenta Prada que un compañero de habitación le regaló la obra completa del místico castellano, “harto de mis canturreos nocturnos; el pobre pensaba que leyendo me quedaría callado y fue peor el remedio que la enfermedad”, dice.
Asegura que cuando leyó el Cántico Espiritual “me quedé asombrado, enamorado y allí mismo, con veinte años, empecé ya a recitarlo y a componer, pero no lo terminaría hasta años más tarde, ya viviendo en Segovia”. En el número 1 de la calle Refitolería del centro histórico terminó la música y un Sábado Santo de 1977, 9 de abril, se estrenó en la iglesia de San Juan de los Caballeros.
Esta tarde, en el marco de la Semana de Música Sacra de Segovia, Amancio Prada vuelve a este templo, ahora sin culto, con el Cántico Espiritual. “En cierto modo es como volver a los orígenes”, afirma, “volver al lugar donde brotó esa fuente que mana y corre… Parece que fue ayer”. Desde entonces, en los 35 años transcurridos, han sido muchas las ocasiones en las que ha cantado por toda España y buena parte del extranjero este hermoso poema de San Juan de la Cruz. De hecho, hay cuatro versiones grabadas y, como él mismo reconoce, “cambia en cada interpretación, según el momento, los intérpretes, el público… Por ejemplo, en el ensayo de ayer —por el lunes— modificamos algo”.
En 2005 incorporó por primera vez a este recital a la Escolanía de Segovia —una iniciativa de la Fundación Don Juan de Borbón para la que no ahorra elogios—. Hoy le acompañará de nuevo junto a los violonchelistas Hilary Fielding y Rafael Domínguez.
Dice Prada que “la participación de la Escolanía en el Cántico ha ido aumentando, haciendo suyas más partes. Ahora cantan ellos solos en algunas, otras veces subrayan la armonía y enriquecen algunos pasajes instrumentales, también en el ámbito escénico”.
Señala el músico berciano que la acústica de San Juan de los Caballeros “es buenísima, con la reverberación justa. Los escenarios con tanta historia son muy sugerentes, a mí me encanta el románico en general y cantar allí es otro de los regalos que me ha dado el Cántico, abriéndome puertas a escenarios de una gran belleza”.
Tanto como los versos de San Juan: “No se ha escrito una poesía que cante el amor de una forma tan completa, y abriendo todo el abanico, desde lo divino a lo humano”, ratifica.
